El expresidente Donald Trump escuchó el martes la notificación de los 34 cargos en su contra, todos ellos consistentes en distintos tipos de "falsificación de registros mercantiles en primer grado" por el caso de un pago irregular a la actriz del cine para adultos Stormy Daniels.
Mirada grave y seria, labios apretados, Donald Trump avanza solemne por el pasillo central de la sala de audiencias, en el piso 15 del tribunal de Manhattan. Por primera vez en la historia, un expresidente de Estados Unidos está imputado penalmente.
El imponente tribunal, en el sur de Manhattan, ya ha sido escenario de momentos históricos como cuando David Chapman se declaró culpable de disparar a John Lennon o el todopoderoso productor de cine Harvey Weinstein fue condenado por delitos sexuales.
Pero el martes, desde la policía armada hasta los periodistas judiciales más endurecidos parecían tensos cuando uno de los más célebres neoyorquinos, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, se convirtió en acusado.
Antes del inicio de la audiencia, un puñado de fotógrafos fue autorizado a inmortalizar la presencia del antiguo inquilino de la Casa Blanca, de 76 años, en una sala con un ambiente asfixiante. Traje azul, corbata roja y el cabello un poco revuelto, Trump miró a los objetivos con ojos de acero.
Pero una vez que se fueron los fotógrafos, el multimillonario republicano se relajó y su mirada parecía a veces traicionar su cansancio.
Durante la audiencia, que duró una hora, su actitud recordaba a veces a la de un niño al inicio del curso: curioso, aburrido, como si estuviera preguntándose cuándo podría irse.
Pero el magnate inmobiliario y estrella de la televisión se contuvo, y en el teatro judicial, dejó a sus abogados interpretar los principales papeles.
Como es habitual en una audiencia para conocer los cargos, solo habló alto y claro para declararse "no culpable".
Trump "completamente frustrado"
El republicano refutó los 34 cargos que le imputa la justicia, acusaciones ligadas a sobornos para comprar el silencio de una estrella del cine porno, Stormy Daniels, en la recta final de la campaña electoral de 2016, con el fin de esconder una relación que habrían mantenido, y que Trump niega, en 2006.
Al pie del tribunal, un imponente edificio de estilo art-deco, la plaza soleada está llena de centenares de periodistas, policías y militantes pro y anti Trump, que se gritan, en un ambiente a veces tenso.
En la sala de audiencia, que denota el pasar del tiempo con la pintura desconchada, los abogados de Trump están decididos a dar la batalla.
El principal defensor, Todd Blanche, que se acaba de incorporar al equipo del acusado, se refiere a su cliente como "presidente" y exhorta al juez a que no impida a su cliente hablar del caso en sus redes sociales.
Según él, limitar su capacidad de manifestarse sería "potencialmente injusto para alguien que se presenta a la presidencia de Estados Unidos", declaró el abogado.
Trump está "completamente frustrado, enfadado y convencido de que se está produciendo una gran injusticia", dijo Blanche.
Una actitud palpable cuando el 45º presidente de Estados Unidos se giró y abandonó la sala rápidamente, sin una palabra, rodeado de su seguridad. (EFE)
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