Según el ejército ruso, este bombardeo fue especialmente letal gracias a los misiles HIMARS, un arma suministrada a Kiev por Estados Unidos.
El ataque en el que murieron 89 soldados rusos en la noche de Año Nuevo en la localidad ucraniana de Makéyevka reavivó en Rusia las críticas contra la movilización y acentuó la falta de confianza hacia la cúpula militar, casi un año después del inicio de la ofensiva.
Según el ejército ruso, este bombardeo que fue especialmente letal y que fue reivindicado por los ucranianos, alcanzó un albergue temporal en la región anexionada de Donetsk gracias a los misiles HIMARS, un arma suministrada a Kiev por Estados Unidos.
Los medios de comunicación y los analistas rusos rápidamente revelaron que en la base albergaba a personas que habían sido movilizadas, muchos de ellos soldados no profesionales.
Por lo general, las autoridades y los medios mantienen en silencio el balance de las bajas en Ucrania o se apresuran a culpar a los occidentales, cuyas entregas de armamento son cruciales.
Esta vez, muchos comentaristas partidarios del Kremlin señalaron como culpables a los líderes del ejército ruso, ya acusados de una serie de derrotas militares sobre el terreno.
Algunos cuestionaron también la veracidad del balance presentado por el Ministerio de Defensa, que podría ser mayor dada la destrucción total del edificio y la posible presencia de municiones almacenadas en el lugar.
El ejército no vaciló en culpar a las propias tropas, acusadas de haber utilizado masivamente sus teléfonos pese a la prohibición de hacerlo, lo que permitió a los ucranianos geolocalizar el sitio.
Sin embargo, también prometió investigar y castigar a los oficiales responsables.
La atribución de la responsabilidad a la tropa generó indignación en Rusia.
"Por supuesto, no es el comandante que dio la orden de colocar al personal en el edificio el que tiene la culpa, sino el combatiente raso con su teléfono", ironizó en Telegram el diputado municipal moscovita Andrei Medvedev.
"Apatía"
Desde el principio de su ofensiva en Ucrania, Rusia adoptó una serie de leyes que castigan las informaciones que "desacrediten al ejército", prohibiendo de facto las críticas.
Tras el ataque en Makéyevka, numerosos comentaristas pro-Kremlin criticaron la desorganización y la corrupción.
La máxima directiva de la cadena RT, brazo propagandístico del Kremlin en el extranjero, Margarita Simonian, pidió que se hicieran públicos los nombres de los altos mandos responsables.
Una de las principales fuentes prorrusas sobre la guerra en Ucrania, el canal de Telegram "Rybar", con 1,1 millones de suscriptores, echó la culpa a las autoridades separatistas del Este de Ucrania, que tienen a Makéyevka bajo su control.
Un popular bloguero sobre el conflicto, Boris Rojin, conocido bajo el pseudónimo de "Coronel Cassad", criticó "la incompetencia" de la cúpula militar, incapaz de aprender de sus errores. Una opinión compartida por el corresponsal Alexander Kots o por el exlíder separatista Igor Strelkov.
Según el sociólogo Denis Volkov, las pérdidas no deberían, sin embargo, modificar significativamente la opinión de los rusos sobre la ofensiva en Ucrania, sobre todo porque la televisión pública apenas ha dedicado tiempo al ataque.
"La apatía aumentó de manera considerable" en la sociedad rusa tras el anuncio de movilización a finales de octubre, indicó. En cambio, la serie de reveses sobre el terreno ha demostrado que "algo no va según lo previsto" en Ucrania.
"La gente lo nota y eso influye en la sensación de que no todo es tan rosa como se dice o se quiere", prosigue Volkov, aunque la mayoría sigue convencida de la necesidad de proseguir el conflicto.
En la región de Samara, de la que procedían algunos de los soldados muertos en Makéyevka, se celebraron pequeñas ceremonias con la aprobación de las autoridades, otro hecho inusual.
En las redes sociales locales, muchos piden una investigación transparente.
"No son los teléfonos móviles y sus propietarios los que tienen la culpa, sino la negligencia habitual de los comandantes, que estoy seguro de que ni siquiera han intentado reinstalar al personal" fuera del edificio, comentó un grupo de familiares en las redes sociales.
"Me sorprende que los comandantes no advirtieran de los peligros", escribió una mujer.
Una petición publicada por activistas que se oponen a la ofensiva exige que se castigue a los responsables y que se hagan públicos los nombres de los muertos.
"Es importante recordar que se trataba de movilizados y no de soldados profesionales", se lee en su mensaje.
AFP
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