Los supervivientes han hecho cola durante horas para obtener bienes básicos, como comida o gasolina. Muchos de los cadáveres recuperados son puestos en bolsas.
Miles de personas siguen atrapadas hoy en los edificios derrumbados por el seísmo de 7,6 grados en la escala de Richter que golpeó ayer la isla indonesia de Sumatra, donde hay ya 770 muertos y 2.400 heridos, según el centro de crisis del Ministerio de Sanidad.
La ministra indonesia de Sanidad, Siti Fadillah Supari, señaló que la cifra definitiva de víctimas mortales será de "miles" debido a "la magnitud de los daños".
En este sentido también se pronunció el ministro de Bienestar Social, Aburizal Bakrie, que comparó "el daño" infligido por este temblor con el de gran terremoto de 2006 en Yogyakarta, en la isla de Java, en el que murieron cerca de 6.000 personas.
Las autoridades calculan que varios miles de personas han quedado sepultadas bajo los escombros de los cientos de casas que se derrumbaron en Padang y Pariaman, las urbes más afectadas, y su esperanza de sobrevivir dependerá de la rapidez del rescate.
En las zonas más remotas y de difícil acceso habrá otras varias decenas de muertos que añadir a la lista final, según los cálculos de los expertos.
Los trabajos de salvamento son lentos y laboriosos, ya que, en gran medida, se realizan a mano ante la imposibilidad de utilizar de momento maquinaria pesada.
El primer secretario de la Embajada de España en Yakarta, Antonio García, aseguró a Efe que todos los españoles residentes en la zona afectada están bien, a pesar de que aún quedan varios que se encontraban de tránsito a los que no han conseguido contactar.
Los equipos de rescate operan desde primera hora de la mañana en la región, rescatando personas atrapadas, recuperando cadáveres y repartiendo 20.000 kit de emergencia con tiendas de campaña, ropa de abrigo, medicinas y alimentos.
Sanidad ha enviado ocho toneladas de medicamentos, ocho toneladas de comida para bebés, tiendas, 630 sacos de dormir y un equipo médico formado por 200 especialistas.
Miembros del Equipo de Respuesta Rápida del Centro Nacional de Gestión de Desastres (BNPD), el Ejército, la Policía y personal médico colaboran en las tareas, a las que se pueden unir unidades de emergencias de otros países así como organizaciones no gubernamentales (ONG).
En Pariaman y Padang, varios miles de personas pasaron la noche al raso por temor a las réplicas, siguiendo las instrucciones del Gobierno.
Ambas ciudades amanecieron hoy sumidas en el caos y entre escombros, con centenares de construcciones derrumbadas, entre viviendas, bloques de oficinas, centros comerciales, hoteles, mezquitas y edificios públicos, como el Ayuntamiento de Padang y el Parlamento local.
Los supervivientes han hecho cola durante horas para obtener bienes básicos, como comida o gasolina.
Las líneas de teléfono y las comunicaciones por internet de Padang han vuelto a funcionar, aunque siguen siendo inestables.
Muchos de los cadáveres recuperados se han trasladado al hospital Mohamad Jamil, donde se empiezan a formar montones con las bolsas de restos mortales.
A pesar de la instalación de 11 hospitales de campaña, los centros médicos se encuentran saturados y son incapaces de atender, por la falta de electricidad, medicinas y medios, a las numerosas víctimas que no paran de llegar.
El presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, y varios de sus ministros visitaron hoy Padang, donde se han registrado 376 de los 529 muertos, para evaluar los daños, al tiempo que el Gobierno aprobaba una partida de 26 millones de dólares (17,8 millones de euros) en ayudas directas a los damnificados.
Indonesia se asienta sobre el llamado "Anillo de Fuego del Pacífico", una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría moderados.
El 26 de diciembre de 2004, un terremoto de 9,1 grados sacudió el norte de Sumatra, a casi mil kilómetros de Padang, y creó un tsunami que sembró la destrucción en una docena de naciones bañadas por el Océano Índico y causó la muerte de más de 226.000 personas.
EFE
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