Estaciones de medición de la expedición de la organización Oceana permite detectar partículas microscópicas de derivados de petróleo tras la explosión del 20 de abril.
La expedición de la organización Oceana en la zona afectada por el vertido de BP en el Golfo de México ha instalado unas estaciones de medición que permitirán detectar partículas microscópicas de derivados de petróleo en las aguas circundantes al pozo averiado.
El proyecto proporcionará la oportunidad de identificar el crudo invisible que dejó tras de sí la explosión de la plataforma de BP el pasado 20 de abril, indicó hoy en un comunicado Oceana, una organización internacional de conservación marina que ha liderado la primera expedición privada en el área.
Además, los sensores analizarán la composición del "penacho" de hidrocarburos que un equipo de científicos detectó hace unas semanas, y que se desplaza hacia el suroeste del Golfo "a una profundidad de centenares de metros", explicaron.
El sistema se compone de centenares de sensores de medición vertical, distribuidos cada cien metros desde la superficie hasta los 2.000 metros de profundidad, y colocados en 16 puntos del Golfo.
La tripulación de la expedición esperó cinco días "para permitir a los sensores llevar a cabo sus tomas de datos", antes de recuperarlos y hacerlos llegar "a un laboratorio independiente y especializado", que tendrá listos los resultados del análisis dentro de unas cuatro semanas.
El proyecto, cuya puesta en marcha ha requerido dos semanas, fue diseñado por el director científico de Oceana para el Pacífico, Jeff Short, que tiene experiencia en desastres similares como el del vertido del petrolero "Exxon Valdez" en 1989 o la catástrofe originada por el buque "Prestige" en Galicia (España) en 2002.
"Cuando se analicen las mediciones, obtendremos datos fidedignos de la contaminación real de la zona", aseguró Short en la nota, en la que subrayó que 21 años después "aún quedan áreas costeras y pesquerías afectadas por el desastre del "Exxon Valdez" en Alaska, y el vertido de Deepwater Horizon es muy superior".
La expedición de Oceana, dirigida por el oceanógrafo español Xavier Pastor, llegó en agosto al área afectada por el vertido de crudo de BP para evaluar su impacto sobre la flora y la fauna de esas aguas.
Según Pastor, las mediciones de los sensores se prolongarán aún dos meses y se complementarán con "inmersiones en distintas zonas del Golfo por parte de buceadores de Oceana" y con el uso de "dos robots submarinos" que pueden alcanzar los 300 y los 700 metros, respectivamente.
La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés) publicó hoy un informe según el cual los niveles de oxígeno descendieron un 20 por ciento en las aguas del Golfo de México contaminadas por crudo procedente del vertido de BP.
Sin embargo, esa caída no fue lo suficientemente aguda como para crear las "zonas muertas" que algunos científicos pronosticaron al producirse el desastre, según el jefe de estudios de pesca de la NOAA, Steve Murawski, que apuntó que la degradación del oxígeno parece haberse estabilizado.
"No estamos viendo una tendencia descendiente a lo largo del tiempo", aseguró Murawski en un comunicado de la agencia.
El equipo de la NOAA cree que la caída en los niveles de oxígeno responde a un aumento de microbios que se alimentan de petróleo, que se multiplicaron en la zona afectada por el vertido y consumieron también el oxígeno.
EFE
El proyecto proporcionará la oportunidad de identificar el crudo invisible que dejó tras de sí la explosión de la plataforma de BP el pasado 20 de abril, indicó hoy en un comunicado Oceana, una organización internacional de conservación marina que ha liderado la primera expedición privada en el área.
Además, los sensores analizarán la composición del "penacho" de hidrocarburos que un equipo de científicos detectó hace unas semanas, y que se desplaza hacia el suroeste del Golfo "a una profundidad de centenares de metros", explicaron.
El sistema se compone de centenares de sensores de medición vertical, distribuidos cada cien metros desde la superficie hasta los 2.000 metros de profundidad, y colocados en 16 puntos del Golfo.
La tripulación de la expedición esperó cinco días "para permitir a los sensores llevar a cabo sus tomas de datos", antes de recuperarlos y hacerlos llegar "a un laboratorio independiente y especializado", que tendrá listos los resultados del análisis dentro de unas cuatro semanas.
El proyecto, cuya puesta en marcha ha requerido dos semanas, fue diseñado por el director científico de Oceana para el Pacífico, Jeff Short, que tiene experiencia en desastres similares como el del vertido del petrolero "Exxon Valdez" en 1989 o la catástrofe originada por el buque "Prestige" en Galicia (España) en 2002.
"Cuando se analicen las mediciones, obtendremos datos fidedignos de la contaminación real de la zona", aseguró Short en la nota, en la que subrayó que 21 años después "aún quedan áreas costeras y pesquerías afectadas por el desastre del "Exxon Valdez" en Alaska, y el vertido de Deepwater Horizon es muy superior".
La expedición de Oceana, dirigida por el oceanógrafo español Xavier Pastor, llegó en agosto al área afectada por el vertido de crudo de BP para evaluar su impacto sobre la flora y la fauna de esas aguas.
Según Pastor, las mediciones de los sensores se prolongarán aún dos meses y se complementarán con "inmersiones en distintas zonas del Golfo por parte de buceadores de Oceana" y con el uso de "dos robots submarinos" que pueden alcanzar los 300 y los 700 metros, respectivamente.
La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés) publicó hoy un informe según el cual los niveles de oxígeno descendieron un 20 por ciento en las aguas del Golfo de México contaminadas por crudo procedente del vertido de BP.
Sin embargo, esa caída no fue lo suficientemente aguda como para crear las "zonas muertas" que algunos científicos pronosticaron al producirse el desastre, según el jefe de estudios de pesca de la NOAA, Steve Murawski, que apuntó que la degradación del oxígeno parece haberse estabilizado.
"No estamos viendo una tendencia descendiente a lo largo del tiempo", aseguró Murawski en un comunicado de la agencia.
El equipo de la NOAA cree que la caída en los niveles de oxígeno responde a un aumento de microbios que se alimentan de petróleo, que se multiplicaron en la zona afectada por el vertido y consumieron también el oxígeno.
EFE
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