Según algunas versiones, Kate optó por esa universidad cuando supo que el príncipe iba a estudiar allí, un extremo nunca confirmado de manera fehaciente pese a la insistencia de algunos medios.
Catherine Elizabeth "Kate" Middleton, que el 29 de abril se convertirá en la princesa Catalina, se incorpora a la familia real británica gracias al discreto encanto con el que logró enamorar hace casi una década al príncipe Guillermo.
Su relación con el primogénito del príncipe Carlos y la fallecida Lady Di se remonta a 2001, cuando Guillermo y Kate se conocieron en la universidad, pero hasta hace bien poco esta joven de 29 años era casi una desconocida para la opinión pública británica.
Las cosas han cambiado sustancialmente desde su anuncio de compromiso con Guillermo el pasado mes de noviembre y la de Kate es ya una de las caras más conocidas del planeta, que dentro de una semana estará pendiente de la abadía londinense de Westminster.
Una audiencia televisiva estimada en 2.000 millones de personas verán su boda con el segundo en la línea sucesoria a la corona británica y con la que Kate Middleton habrá completado una trayectoria que era difícil de prever cuando nació el 9 de enero de 1982 en una familia de clase media en la Inglaterra rural.
Fue la primera hija de Michael y Carole Middleton, quienes trabajaban como operador de vuelos y azafata de British Airways y que en 1987 fundaron Party Pieces, una empresa de venta por correo de artículos para fiestas que al cabo de unos años les convirtió en millonarios.
Este salto social fue decisivo para que el príncipe Guillermo y Kate Middleton cruzaran sus caminos como estudiantes en la Universidad de St Andrews (Escocia).
Según algunas versiones, Kate optó por esa universidad cuando supo que el príncipe iba a estudiar allí, un extremo nunca confirmado de manera fehaciente pese a la insistencia de algunos medios, que esperan un nuevo filón de oro en la futura princesa.
"Tatler", la revista de cotilleo de alta sociedad, describió en una ocasión a Kate como "altamente decorativa, terriblemente aromática y con una capacidad feroz para escalar socialmente" y, desde que comenzó su noviazgo con el príncipe, la futura consorte fue maliciosamente apodada como "Waity (paciente) Katie".
Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que compartieron un apartamento, junto a otros estudiantes, y que fueron buenos amigos antes de iniciar una relación sentimental que mayoritariamente transcurrió lejos de los medios y de la opinión pública.
Tanto es así que hasta el pasado 16 de noviembre, el día que sorprendieron a todo el mundo anunciando de manera oficial su compromiso de boda, no se le había oído hablar en público.
Nerviosa, contenida y discreta, pero abiertamente feliz, Kate empezó ese día a ganarse a los británicos, huérfanos desde la muerte de Diana de Gales en 1997 de una figura cercana que permita identificarse con una monarquía con exceso de olor a naftalina.
Pese a la gran presión que representó aquella primera entrevista, salió airosa, en buena parte gracias a la ayuda de Guillermo, quien se mostró convencido de que será capaz de hacer "un buen trabajo".
Esa primera entrevista y las posteriores comparecencias públicas de la pareja han dejado claro que existe química entre ellos y que el suyo es un matrimonio por amor y muy meditado, entre dos personas que se conocen bien y que ya han convivido antes.
Parece poco probable, por lo tanto, que Kate vaya a sufrir el calvario que atravesó Diana Spencer cuando su entonces prometido despreciaba públicamente y en su presencia el término "amor" y reconocía que casarse representaba una obligación "de Estado".
Las comparaciones con Lady Di son inevitables y lo van a ser durante muchos años, algo de lo que Middleton es muy consciente.
De hecho, se quedó sin palabras cuando le preguntaron si le asustaba la perspectiva de este examen comparativo constante.
El tiempo dirá qué nota obtiene, pero de momento ha conseguido acercarse al manido título de "princesa del pueblo" por su naturalidad, su fotogenia y su sencillez en los contados actos públicos que han jalonado la cuenta atrás hasta la boda.
La actitud que ha proyectado se corresponde con la misma que, según los comentaristas de la actualidad real, le permitió convencer a un Guillermo desanimado de que no abandonara la universidad y la misma que posibilitó recomponer la relación tras sendas rupturas debido a la excesiva presión de los medios.
En 2005, cuando llevaba unos tres años con Guillermo, su abogado se quejó de la persecución mediática que sufría la joven, lo que evocó el recuerdo colectivo de Diana, fallecida en 1997 en París en un accidente de coche cuando era seguida por fotógrafos.
El 29 de abril Kate Middleton dejará finalmente de ser "Waity Katie" y se unirá a la lista de mujeres sin sangre azul que han llegado a ser "royals", como Sophie Rhys-Jones, esposa del príncipe Eduardo (hijo menor de la reina Isabel), una relaciones públicas de clase media, o Sarah Ferguson, exmujer del príncipe Andrés más conocida por sus escándalos sentimentales y financieros.
Otras mujeres que llegaron a la Casa Real sin ser princesas, aunque sí eran miembros de la aristocracia, fueron la propia Diana de Gales, de la familia Spencer, o Camilla Parker Bowles, esposa del príncipe Carlos, heredero a la corona del Reino Unido.
EFE
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