El ministro de asuntos exteriores keniano, Moses Wetangula, dijo a los periodistas que ´no cabe la opción de negociar con piratas´.
Kenia apoya el uso de la fuerza contra los piratas para acabar con las bandas somalís que infestan el Golfo de Adén y la costa oriental africana, pero considera que sólo vale como solución a corto plazo, pues no resuelve la raíz del problema.
El ministro de asuntos exteriores keniano, Moses Wetangula, dijo a los periodistas en Nairobi que "no cabe la opción de negociar con piratas. Debemos luchar contra esa gente. La piratería debe terminar. Debemos unir fuerzas con otros países para acabar, de una vez por todas, con el problema".
Sin embargo, Wetangula reconoció que la piratería es "la cara actual de un problema mucho más grave y más amplio: La falta de un gobierno estable en Somalia desde 1991", cuando fue derrocado el dictador Siad Barre, lo que dio paso a que "señores de la guerra" y milicias integristas islámicas se repartieran su territorio.
"Mientras luchamos contra la piratería, deberíamos explorar nuevos caminos sobre cómo acabar con la inestabilidad en Somalia", dijo el responsable de la diplomacia keniana, para quien "la existencia de señores de la guerra ha comprometido la seguridad en tierra y mar".
Las declaraciones de Wetangula se producen un día después de la operación llevada a cabo por la Armada de EEUU para rescatar al capitán estadounidense Richard Phillips, que fue liberado ileso tras cinco días secuestrado en un bote salvavidas por cuatro piratas, de los que tres resultaron muertos en la acción.
También el viernes pasado, la Amada francesa liberó a un yate galo frente a la costa de Somalia, en una operación en la que resultaron muertos uno de los cinco ocupantes de la embarcación y dos de los piratas que los tenían retenidos.
Como vecino de Somalia, Kenia padece el problema de ese país de diversos modos, entre ellos la afluencia masiva de refugiados somalíes instalados en su territorio.
También fue objetivo del terrorismo islámico en agosto de 1998, cuando explotó una bomba en la Embajada de EEUU en Nairobi al mismo tiempo que otra lo hacia en la legación de ese país en Dar es Salaam, y mataron en total a 225 personas e hirieron a más de 5.000.
Algunos especialistas han señalado que los atentados fueron planeados y ejecutados por integristas islámicos somalíes vinculados a Al Qaeda y apuntado a Al Shabab, una organización armada a la que Washington relaciona con el grupo de Osama bin Laden.
Por el momento, los piratas somalíes mantienen en su poder 17 barcos de diversas nacionalidades con cerca de 300 tripulantes secuestrados, de los que un centenar son filipinos, según organizaciones de asistencia y vigilancia de la navegación. EFE
El ministro de asuntos exteriores keniano, Moses Wetangula, dijo a los periodistas en Nairobi que "no cabe la opción de negociar con piratas. Debemos luchar contra esa gente. La piratería debe terminar. Debemos unir fuerzas con otros países para acabar, de una vez por todas, con el problema".
Sin embargo, Wetangula reconoció que la piratería es "la cara actual de un problema mucho más grave y más amplio: La falta de un gobierno estable en Somalia desde 1991", cuando fue derrocado el dictador Siad Barre, lo que dio paso a que "señores de la guerra" y milicias integristas islámicas se repartieran su territorio.
"Mientras luchamos contra la piratería, deberíamos explorar nuevos caminos sobre cómo acabar con la inestabilidad en Somalia", dijo el responsable de la diplomacia keniana, para quien "la existencia de señores de la guerra ha comprometido la seguridad en tierra y mar".
Las declaraciones de Wetangula se producen un día después de la operación llevada a cabo por la Armada de EEUU para rescatar al capitán estadounidense Richard Phillips, que fue liberado ileso tras cinco días secuestrado en un bote salvavidas por cuatro piratas, de los que tres resultaron muertos en la acción.
También el viernes pasado, la Amada francesa liberó a un yate galo frente a la costa de Somalia, en una operación en la que resultaron muertos uno de los cinco ocupantes de la embarcación y dos de los piratas que los tenían retenidos.
Como vecino de Somalia, Kenia padece el problema de ese país de diversos modos, entre ellos la afluencia masiva de refugiados somalíes instalados en su territorio.
También fue objetivo del terrorismo islámico en agosto de 1998, cuando explotó una bomba en la Embajada de EEUU en Nairobi al mismo tiempo que otra lo hacia en la legación de ese país en Dar es Salaam, y mataron en total a 225 personas e hirieron a más de 5.000.
Algunos especialistas han señalado que los atentados fueron planeados y ejecutados por integristas islámicos somalíes vinculados a Al Qaeda y apuntado a Al Shabab, una organización armada a la que Washington relaciona con el grupo de Osama bin Laden.
Por el momento, los piratas somalíes mantienen en su poder 17 barcos de diversas nacionalidades con cerca de 300 tripulantes secuestrados, de los que un centenar son filipinos, según organizaciones de asistencia y vigilancia de la navegación. EFE
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