En medio de fuertes medidas de seguridad, más de 5.000 manifestantes recordaron que "aquí murió gente" antes de soltar 10.000 globos para recordar a sus compañeros caídos.
Cuatro meses después de su desalojo, los
"camisas rojas" desafiaron hoy el estado de excepción y se echaron a
la calle en Bangkok para marcar el cuarto aniversario del golpe que
depuso en 2006 a su líder, el ex primer ministro tailandés Thaksin
Shinawatra.
En medio de fuertes medidas de seguridad y bajo la atenta mirada de 3.000 policías, los activistas del frente antigubernamental volvieron a reunirse en el cruce de Ratchaprasong, la misma zona de la ciudad que ocuparon durante dos meses hasta que fueron sacados a la fuerza por los soldados.
Pero en esta ocasión las tropas se limitaron a observarles mientras algo más de 5.000 manifestantes recordaron que "aquí murió gente" antes de soltar 10.000 globos para recordar a sus compañeros caídos.
Tampoco se produjeron disturbios en el Monumento a la Democracia, donde otro grupo de "camisas rojas" depositó coronas de flores en honor de los muertos durante la movilización callejera que terminó el pasado 19 de mayo en un baño de sangre.
Esa misma concentración exigió al Gobierno que ponga en libertad a los cientos de sospechosos que siguen detenidos cuatro meses después del fin de las protestas, entre ellos los líderes acusados de terrorismo que están siendo juzgados.
Al mismo tiempo, unos 5.000 seguidores del movimiento también rindieron homenaje a sus caídos en Chiang Mai, la segunda mayor ciudad de Tailandia y bastión de los partidarios de Shinawatra en el norte del país.
El regreso multitudinario de los "camisas rojas" a las calles de Bangkok ocurrió a pesar del estado de excepción declarado el 7 de abril y todavía vigente en la capital, que en teoría prohíbe las reuniones públicas y autoriza al Ejército dispersar cualquier asamblea.
Sin embargo, el Gobierno encabezado por Abhisit Vejjajiva optó por permitir a sus detractores marchar por la ciudad, siempre que sus actos fueran pacíficos, no llevaran armas y abandonen la zona antes de las 20.00 hora local (13.00 GMT).
Así transcurrió el pasado viernes el primer ensayo, cuando un millar de opositores a Vejjajiva se dirigió a la prisión Klong Prem para demandar -sin incidentes- la liberación de todos los "camisas rojas" que permanecen entre rejas.
Esa concentración, pequeña pero la primera desde mayo, confirmó que el movimiento apoyado desde el exilio por Shinawatra no cejará en su empeño hasta que logre la renuncia del Ejecutivo, que tachan de ilegítimo porque nació con el respaldo de diputados tránsfugas.
Hoy también se cumplen cuatro años de la asonada militar que expulsó del poder al multimillonario, actual prófugo de la justicia tailandesa y al que la jerarquía castrense depuso por sospechas de corrupción.
Según los "camisas rojas", aquel golpe los intereses de la elite de Bangkok frente a las clases rurales del norte y noreste de Tailandia, que disfrutaron de más oportunidades y ventajas bajo el mandato de Shinawatra.
El propio ex primer ministro finalmente no se dirigió por videoconferencia a sus incondicionales, a los que decidió enviar un mensaje a través de Internet.
"Quiero que todos miremos hacia el futuro. Quiero ver que se están curando las personas que sufrieron durante el conflicto. Quiero ver a la gente perdonándose los unos a los otros", escribió en su perfil de Twitter desde el Líbano.
Por otra parte, el regreso de los manifestantes tuvo lugar apenas días antes de que asuma al mando del Ejército tailandés el general de línea dura Prayuth Chanocha, quien ya dirigió la represión de la anterior movilización callejera.
Las protestas de los "camisas rojas" arrancaron a principios de abril y finalizaron a mediados de mayo con un balance de 90 fallecidos, más de 1.900 heridos, cuantiosas pérdidas económicos y un enorme daño a la industria turística de Tailandia.
No obstante, los analistas creen que el conflicto no se resolverá hasta que acabe la polarización de la sociedad y la política entre partidarios y detractores de Shinawatra, empeñado en regresar algún día al poder. EFE
En medio de fuertes medidas de seguridad y bajo la atenta mirada de 3.000 policías, los activistas del frente antigubernamental volvieron a reunirse en el cruce de Ratchaprasong, la misma zona de la ciudad que ocuparon durante dos meses hasta que fueron sacados a la fuerza por los soldados.
Pero en esta ocasión las tropas se limitaron a observarles mientras algo más de 5.000 manifestantes recordaron que "aquí murió gente" antes de soltar 10.000 globos para recordar a sus compañeros caídos.
Tampoco se produjeron disturbios en el Monumento a la Democracia, donde otro grupo de "camisas rojas" depositó coronas de flores en honor de los muertos durante la movilización callejera que terminó el pasado 19 de mayo en un baño de sangre.
Esa misma concentración exigió al Gobierno que ponga en libertad a los cientos de sospechosos que siguen detenidos cuatro meses después del fin de las protestas, entre ellos los líderes acusados de terrorismo que están siendo juzgados.
Al mismo tiempo, unos 5.000 seguidores del movimiento también rindieron homenaje a sus caídos en Chiang Mai, la segunda mayor ciudad de Tailandia y bastión de los partidarios de Shinawatra en el norte del país.
El regreso multitudinario de los "camisas rojas" a las calles de Bangkok ocurrió a pesar del estado de excepción declarado el 7 de abril y todavía vigente en la capital, que en teoría prohíbe las reuniones públicas y autoriza al Ejército dispersar cualquier asamblea.
Sin embargo, el Gobierno encabezado por Abhisit Vejjajiva optó por permitir a sus detractores marchar por la ciudad, siempre que sus actos fueran pacíficos, no llevaran armas y abandonen la zona antes de las 20.00 hora local (13.00 GMT).
Así transcurrió el pasado viernes el primer ensayo, cuando un millar de opositores a Vejjajiva se dirigió a la prisión Klong Prem para demandar -sin incidentes- la liberación de todos los "camisas rojas" que permanecen entre rejas.
Esa concentración, pequeña pero la primera desde mayo, confirmó que el movimiento apoyado desde el exilio por Shinawatra no cejará en su empeño hasta que logre la renuncia del Ejecutivo, que tachan de ilegítimo porque nació con el respaldo de diputados tránsfugas.
Hoy también se cumplen cuatro años de la asonada militar que expulsó del poder al multimillonario, actual prófugo de la justicia tailandesa y al que la jerarquía castrense depuso por sospechas de corrupción.
Según los "camisas rojas", aquel golpe los intereses de la elite de Bangkok frente a las clases rurales del norte y noreste de Tailandia, que disfrutaron de más oportunidades y ventajas bajo el mandato de Shinawatra.
El propio ex primer ministro finalmente no se dirigió por videoconferencia a sus incondicionales, a los que decidió enviar un mensaje a través de Internet.
"Quiero que todos miremos hacia el futuro. Quiero ver que se están curando las personas que sufrieron durante el conflicto. Quiero ver a la gente perdonándose los unos a los otros", escribió en su perfil de Twitter desde el Líbano.
Por otra parte, el regreso de los manifestantes tuvo lugar apenas días antes de que asuma al mando del Ejército tailandés el general de línea dura Prayuth Chanocha, quien ya dirigió la represión de la anterior movilización callejera.
Las protestas de los "camisas rojas" arrancaron a principios de abril y finalizaron a mediados de mayo con un balance de 90 fallecidos, más de 1.900 heridos, cuantiosas pérdidas económicos y un enorme daño a la industria turística de Tailandia.
No obstante, los analistas creen que el conflicto no se resolverá hasta que acabe la polarización de la sociedad y la política entre partidarios y detractores de Shinawatra, empeñado en regresar algún día al poder. EFE
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