La canciller alemana sostuvo que el 9 de noviembre de 1989 se condujo a la reunificación de Alemania y al fin de la Guerra Fría en Europa y en el mundo.
La canciller Angela Merkel considera que el 9 de noviembre de 1989, cuando cayó el Muro de Berlín hace hoy veinte años, fue un "día afortunado" puesto que condujo a la reunificación de Alemania y al fin de la Guerra Fría en Europa y en el mundo.
En una entrevista publicada hoy por el diario "Bild", la canciller afirma que la berlinesa Puerta de Brandeburgo es un "símbolo de la caída del Telón de Acero y del fin de la Guerra Fría en todo el mundo".
Respecto a las consecuencias de esa jornada histórica, Merkelseñala que la vida de los ciudadanos de la extinta República Democrática Alemana (RDA) sufrió un "cambio radical".
Junto a la recién adquirida libertad también hubo personas que o bien perdieron sus empleos en las empresas estatales o, tras la devolución de inmuebles a propietarios germano-occidentales, se quedaron sin vivienda, como fue el caso de un médico que conoció.
Merkel, nacida en Hamburgo y criada en la RDA, relata, como ya ha hecho en repetidas ocasiones, que tras escuchar la noticia del decreto que otorgaba la libertad de viajar al extranjero a los ciudadanos de la RDA se marchó a la sauna, como cada jueves, pues no creía que los pasos fronterizos se abrieran esa misma noche.
Más tarde supo que el paso de la Bornholmer Strasse estaba abierto y decidió cruzar al lado de la República Federal de Alemania (RFA) durante un rato.
A la mañana siguiente poco después de las siete de la mañana,Merkel, que es física de profesión, se encontraba ya en su escritorio de la Academia de Ciencias. "Por la tarde me fui otra vez con mi hermana a Berlín occidental", explica.
La jefa del Gobierno alemán sostiene que en la década de los ochenta pensaba que no llegaría a ver caer el Muro y añade que, ni siquiera tras el 9 de noviembre de 1989, pensó en "concreto" que se había iniciado el camino hacia la reunificación de las dos Alemanias.
Pese a que algunos de sus amigos esperaban que se encontrara alguna fórmula intermedia que permitiera la pervivencia del Estado germano-oriental, ella no sintió "ninguna tristeza en absoluto" de que la caída del Muro pusiera fin al régimen socialista.
Afirma además que, pese a la escasez de productos de consumo de que disfrutaban los germano-orientales, los sueños de los adolescentes de uno y otro lado del muro "no eran muy diferentes".
En su caso, soñaba con los "Beatles", con ver el mundo y con el "primer amor", revela en una entrevista repleta de detalles personales, algo poco habitual en la canciller.
Su padre, pastor protestante y oriundo del este de Alemania, se instaló en la RDA en la década de los cincuenta con su familia, una decisión que ella no discutió.
"Pero en algún momento les dije a mis padres que su decisión no me iba a hacer sentir ligada a la RDA de por vida. Al menos teóricamente quería preservar mi libertad", asevera.
"Bild" también recuerda en la entrevista que otro día 9 de noviembre, el de 1938, se produjo otro acontecimiento histórico en Alemania, en este caso, de tinte dramático: la Noche de los Cristales Rotos a manos de las SS nazis.
Esa noche ardieron más de mil sinagogas de todo el país, de las que casi trescientas fueron reducidas a cenizas. Unos 7.500 comercios judíos fueron devastados y más de un millar de personas murieron víctimas de la represión nazi.
Al día siguiente se inició la deportación de los primeros judíos a campos de concentración. Al acabar la Segunda Guerra Mundial la cifra de víctimas se contaría por millones.
A la pregunta de cómo se explica que los alemanes fueran capaces de poner en marcha dos cosas tan distintas como es la reunificación y el nazismo, Merkel responde: "Para la quema de sinagogas y el Holocausto posterior no tengo la más mínima explicación. Eso fue, es y sigue siendo inconcebible". EFE
En una entrevista publicada hoy por el diario "Bild", la canciller afirma que la berlinesa Puerta de Brandeburgo es un "símbolo de la caída del Telón de Acero y del fin de la Guerra Fría en todo el mundo".
Respecto a las consecuencias de esa jornada histórica, Merkelseñala que la vida de los ciudadanos de la extinta República Democrática Alemana (RDA) sufrió un "cambio radical".
Junto a la recién adquirida libertad también hubo personas que o bien perdieron sus empleos en las empresas estatales o, tras la devolución de inmuebles a propietarios germano-occidentales, se quedaron sin vivienda, como fue el caso de un médico que conoció.
Merkel, nacida en Hamburgo y criada en la RDA, relata, como ya ha hecho en repetidas ocasiones, que tras escuchar la noticia del decreto que otorgaba la libertad de viajar al extranjero a los ciudadanos de la RDA se marchó a la sauna, como cada jueves, pues no creía que los pasos fronterizos se abrieran esa misma noche.
Más tarde supo que el paso de la Bornholmer Strasse estaba abierto y decidió cruzar al lado de la República Federal de Alemania (RFA) durante un rato.
A la mañana siguiente poco después de las siete de la mañana,Merkel, que es física de profesión, se encontraba ya en su escritorio de la Academia de Ciencias. "Por la tarde me fui otra vez con mi hermana a Berlín occidental", explica.
La jefa del Gobierno alemán sostiene que en la década de los ochenta pensaba que no llegaría a ver caer el Muro y añade que, ni siquiera tras el 9 de noviembre de 1989, pensó en "concreto" que se había iniciado el camino hacia la reunificación de las dos Alemanias.
Pese a que algunos de sus amigos esperaban que se encontrara alguna fórmula intermedia que permitiera la pervivencia del Estado germano-oriental, ella no sintió "ninguna tristeza en absoluto" de que la caída del Muro pusiera fin al régimen socialista.
Afirma además que, pese a la escasez de productos de consumo de que disfrutaban los germano-orientales, los sueños de los adolescentes de uno y otro lado del muro "no eran muy diferentes".
En su caso, soñaba con los "Beatles", con ver el mundo y con el "primer amor", revela en una entrevista repleta de detalles personales, algo poco habitual en la canciller.
Su padre, pastor protestante y oriundo del este de Alemania, se instaló en la RDA en la década de los cincuenta con su familia, una decisión que ella no discutió.
"Pero en algún momento les dije a mis padres que su decisión no me iba a hacer sentir ligada a la RDA de por vida. Al menos teóricamente quería preservar mi libertad", asevera.
"Bild" también recuerda en la entrevista que otro día 9 de noviembre, el de 1938, se produjo otro acontecimiento histórico en Alemania, en este caso, de tinte dramático: la Noche de los Cristales Rotos a manos de las SS nazis.
Esa noche ardieron más de mil sinagogas de todo el país, de las que casi trescientas fueron reducidas a cenizas. Unos 7.500 comercios judíos fueron devastados y más de un millar de personas murieron víctimas de la represión nazi.
Al día siguiente se inició la deportación de los primeros judíos a campos de concentración. Al acabar la Segunda Guerra Mundial la cifra de víctimas se contaría por millones.
A la pregunta de cómo se explica que los alemanes fueran capaces de poner en marcha dos cosas tan distintas como es la reunificación y el nazismo, Merkel responde: "Para la quema de sinagogas y el Holocausto posterior no tengo la más mínima explicación. Eso fue, es y sigue siendo inconcebible". EFE
Comparte esta noticia