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Miles de palestinos dejarán de trabajar para la ocupación

Foto: EFE
Foto: EFE

Una ley presidencial de marzo pasado impone multas de hasta 11.000 euros y penas de prisión que llegan a cinco años a quienes vendan, compren o negocien con colonias judías.

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Cada día a las cinco de la mañana miles de palestinos hacen cola a la entrada de las colonias judías en Cisjordania para acceder a unos empleos que perderán muy pronto a causa del boicot de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a los asentamientos.

Más de 25.000 familias se quedarán sin su principal fuente de ingresos si la ANP sigue adelante con su plan de impedir que sus ciudadanos consuman o participen de cualquier forma en la producción de bienes en alguna de las alrededor de 120 colonias en Cisjordania.

Una ley presidencial del pasado mes de marzo impone multas de hasta 11.000 euros y penas de prisión que llegan a los cinco años a quienes vendan, compren o negocien con las colonias judías -que la legislación internacional considera ilegales- con el fin de evitar legitimarlas y darles apoyo económico.

En las últimas semanas las autoridades palestinas han llevado a cabo decenas de redadas para confiscar los productos ilegalizados, pero por ahora no han cargado contra los trabajadores, aunque ya han advertido que esperan que ningún palestino trabaje en los asentamientos para finales de este año.

"De momento no se va a multar a los trabajadores, porque hay que darles un periodo de adaptación, pero esperamos que antes de que acabe 2010 nadie trabaje para los colonos", dijo a Efe una portavoz de la ANP, que añadió que, para ello, se creará empleo y se impulsarán los préstamos a emprendedores y las ayudas a la pequeña y mediana empresa.

Los palestinos que de madrugada se apretujan y hacen cola en los puestos de control militares de camino a los protegidísimos asentamientos son conscientes de que participan de una economía sumergida que ayuda al proyecto colonizador (a veces, incluyo levantando casas para colonos en tierra robada a palestinos), pero argumentan que no tienen otro remedio.

"Se que estoy ayudando a construir las casas de mis enemigos, pero tengo seis hijos y necesito llevar comida a la mesa. ¿Acaso la ANP tiene una alternativa para mi?", inquiere a Efe Asad Mohamed, obrero de 40 años que levanta casas en el asentamiento de Kiryat Sefer.

El día que logra trabajar recibe un jornal de alrededor de 40 euros, el triple de lo que ganaría en una obra palestina.

"Desprecio la ocupación, pero me da un trabajo y un salario", agrega Mohamed, mientras su compañero de fatigas, Hani Said, asegura: "Somos gente patriótica, pero no tenemos más remedio que trabajar en los asentamientos porque no hay alternativa".

Según la ANP, los productos de las colonias que se venden en los territorios palestinos alcanzan el valor de unos 200 millones de dólares anuales, mientras que otro tanto es exportado a países europeos, en violación de las disposiciones internacionales.

Imad Yousef, un joven de 24 años de la localidad de Bilín, asegura que no quiere "construir casas para los colonos" en su tierra, pero dice que nunca ha encontrado trabajo porque en Cisjordania "no hay fábricas, ni proyectos industriales, pagan muy poco y los empleos no son estables" y exige que "la ANP encuentre soluciones antes de prohibir el trabajo en los asentamientos".

El grueso de los jornaleros son obreros de la construcción o agricultores, aunque las colonias también tienen fábricas cuyos productos se encuentran fácilmente en cualquier supermercado palestino.

"La primera parada de los productos de los asentamientos es el mercado palestino, cautivo bajo la ocupación", asegura el ministro de Economía palestino, Hasan Abu Libda, quien añade que "Israel llena nuestro mercado con sus bienes (...) mientras mantiene políticas que dañan la capacidad productiva palestina y su crecimiento económico".

El robo de tierras y recursos naturales y las restricciones a la libertad de movimiento son algunas de las principales causas que impiden el desarrollo de una economía viable y competitiva, lo que, a su vez, favorece el consumo de productos israelíes cuyo comercio no sólo no aporta, sino que hace aún más dependiente la economía palestina.

La campaña de boicot impulsada por la ANP trata de romper el círculo vicioso y liberar sus mercados de productos de los colonos, una iniciativa que, sin embargo, no será gratuita y se llevará por delante los puestos de trabajo de muchos.

EFE

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