Ningún protocolo sanitario será suficiente si los ciudadanos se descuidan y desconocen que el riesgo de contagio sigue siendo alto.
A partir de hoy pueden volver a funcionar los centros comerciales que hayan formalizado sus planes de previsión y control. Lo harán sometidos a prudentes protocolos sanitarios: una sola persona por familia, exclusión de niños, reducción del aforo, facilidades para el lavado de manos, examen de temperatura corporal en la puerta, uso de mascarilla obligatoria, distancia social. Más que a consideraciones epidemiológicas, el nuevo paso hacia la reanudación de las actividades responde a una necesidad de la economía, sometida a severas restricciones desde hace más de tres meses. Pero ningún protocolo será suficiente si los ciudadanos se descuidan y desconocen que el riesgo de contagio sigue siendo alto, sobre todo en las regiones en las que la reapertura aún no se ha autorizado.
El primer ministro hace suya la afirmación del ministro de Salud, según el cual “estamos en un decrecimiento que nos genera algún nivel de entusiasmo, pero no se trata de una perspectiva clara”. La exministra Patricia García sostiene en El Comercio que estamos viendo una desaceleración de los casos y que cuando la curva comienza a tomar esa tendencia, usualmente sigue hacia abajo”. Pero previene que “no puede fallar un monitoreo de forma estrecha y geográfica”. También el matemático Marco Loret de Mola destacó en RPP que, pese a que seguimos registrando cerca de 200 muertos diarios por coronavirus, la cifra de los pacientes que salen de los hospitales ha pasado a ser superior a la de los que entran. Debemos esperar que se mantengan esos resultados esperanzadores antes de establecer que hemos llegado, con mucho más esfuerzo y tiempo que lo previsto, a los primeros pasos de la victoria sobre el coronavirus. Más adelante podremos hacer un balance de lo que se hizo mal, de lo que se hizo bien y de lo que hubiera podido hacerse mejor; por ahora la prioridad es mantener la disciplina para proteger nuestra salud.
Tenemos que reconocer y lamentar que los grupos de narcotraficantes hayan sabido adaptarse a las restricciones de la cuarentena, asegurando sus mercados y manteniendo su producción de cocaína. Lo evidencia un artículo de La República en el que se informa que un equipo especializado de la Policía interceptó un cargamento de una tonelada y media en la provincia cusqueña de La Convención, que forma parte del VRAEM, bajo control de las Fuerzas Armadas. La droga estaba distribuida en 1,400 paquetes con logos de cuatro “firmas” diferentes, identificadas por una cobra, un caballo, una cruz y una marca de autos de lujo. Algunos de los mochileros que los transportaban lograron huir, pero quince fueron capturados. No se tiene noticias de los jefes de las llamadas “firmas”, que preveían sacar sus bultos en avionetas a Brasil y Bolivia. La corrupción y el narcotráfico son retos pendientes del Estado. Recordemos que el caso de los “Cuellos blancos del puerto” comenzó con investigaciones sobre el narcotráfico y descubrió la complicidad de jueces y otras autoridades.
Esperemos que nuestro país salga de la pandemia con la determinación de reformar las instituciones que funcionan con deficiencias estructurales: la informalidad laboral, la regionalización, los servicios públicos, el transporte. Aunque parezca un detalle menor, uno de los grandes vencedores será sin duda la bicicleta. Numerosas municipalidades han buscado la manera de favorecer este medio de transporte no contaminante que reduce el riesgo de contagio. Un invento del siglo XIX parece capaz de contribuir con la salud pública de los desconcertados habitantes del siglo XXI.
Las cosas como son
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