La congresista demócrata, que recibió un balazo en la cabeza durante un tiroteo en Tucson, responde a la rehabilitación aunque el lado derecho de su cuerpo no opera con normalidad.
La congresista demócrata Gabrielle Giffords, que recibió un balazo en la cabeza durante un tiroteo en Tucson (Arizona) en enero pasado, dice querer escalar "una montaña" cuando deje el centro de rehabilitación en Texas donde se encuentra.
Así lo asegura el diario The Arizona Republic en un artículo publicado hoy en el que se indica que Giffords se mantiene de pie por sí sola y puede dar algunos pasos.
El diario relata en su historia la dura batalla de Giffords para volver a hacer tareas normales como hablar, escribir o caminar.
La congresista habla casi siempre con monosílabos o frases cortas como "te quiero", "estupendo" o incluso "vete", algo que dice a los médicos que la tratan al final de sus difíciles jornadas de recuperación, relata The Arizona Republic.
El periódico asegura que Giffords anhela dejar el centro de rehabilitación en Houston (Texas) y repite a menudo que extraña Tucson, la ciudad de Arizona en la que se crió y donde desarrolló la mayor parte de su carrera política.
"Echo de menos Tucson", señala con frecuencia la congresista, que se frustra cuando no logra elaborar frases largas, aunque cuando encuentra las palabras que busca habla claro y a un ritmo normal.
Los doctores que supervisan su rehabilitación la sitúan entre el 5 % de los pacientes que mejor evolucionan tras sufrir el tipo de lesiones que ella tiene, según The Arizona Republic.
Pia Carusone, parte de su equipo cuando de trabajo en el Congreso, asegura que la legisladora tiene su lado izquierdo intacto. "Puede hacer lo mismo que tú", explicó Carusone al diario.
El lado derecho de su cuerpo, sin embargo, no opera con normalidad a raíz del impacto de bala que recibió en la cabeza.
La enfermera Kristy Poteet señaló que parte de la recuperación de Giffords consiste en empujar un carrito por los corredores del hospital con el fin de ejercitar los músculos correctos.
A eso se suma terapia adicional con juegos de bolos y golf bajo techo.
Pese a su notable progreso no está claro que Giffords pueda asistir el próximo viernes en Florida al último lanzamiento del transbordador Endeavour, que estará comandado por su esposo, el astronauta Mark Kelly.
Kelly describió a The Arizona Republic el malestar de Giffords cuando se enteró de que seis personas habían muerto en el tiroteo del 8 de enero.
Su marido le estaba leyendo una historia de The New York Times que ella seguía con la vista sobre su hombro. Al notar que se saltaba un párrafo le agarró el periódico de las manos y fue así como se enteró de las víctimas y los heridos en el trágico suceso.
La pena le duró semanas, durante las que repetía con frecuencia "tanta gente, tanta gente" y "no, no, no" con expresión de pena en el rostro.
Ante el fuerte impacto de la noticia, su esposo optó por no decirle que entre las víctimas del tiroteo estaban algunos amigos y compañeros suyos como Gabe Zimmerman, que trabajaba en la oficina de Giffords como director de asuntos comunitarios, y el juez John Roll.
Tampoco le contó que entre los fallecidos había una niña de nueve años y varias personas de edad avanzada.
The Arizona Republic señala que Kelly acude al centro de rehabilitación por las mañana con un periódico y un café y luego acude a su trabajo en el centro de la NASA en Houston. El astronauta regresa a ver a su esposa por las noches tras el trabajo. EFE
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