El atentado que pudo costarle la vida a Juan Pablo II sigue envuelto en cierto halo de misterio sobre quien había detrás del turco Ali Agca
El atentado que a punto estuvo de costarle la vida a Juan Pablo II, del que se cumplen 30 años, sigue envuelto en cierto halo de misterio sobre quien había detrás del turco Ali Agca, que disparó varios tiros contra el papa Wojtyla en la plaza San Pedro el 13 de mayo de 1981.
El vespertino vaticano L"Osservatore Romano" dice que este atentado, junto con el asesinato de John F.Kennedy, representa el "nivel más alto" al que el terrorismo llegó en el pasado siglo.
"Fueron atacados los dos principales símbolo del poder mundial: el político y el religioso. El atentado contra Juan Pablo II demuestra la importancia alcanzada por el jefe de la Iglesia católica en el último siglo", señala el diario.
El vespertino resalta que en la fase de máxima secularización de la sociedad occidental, la figura de Juan Pablo II asumió un papel cada vez más importante en el ámbito internacional.
"El papa Wojtyla se erigió como una figura no sólo por peso espiritual y moral, sino también por su papel político en la lucha contra el comunismo", asegura el órgano de prensa vaticano.
El diario agrega que el papa Wojtyla "sabía bien quien lo quería muerto" y que siempre supo que corría peligro y que el desinterés que siempre mostró por las investigaciones está relacionado con la interpretación espiritual que daba al mismo.
"El misterio sin resolver referente a los cerebros del atentado, cuya solución, como escribió en su testamento, estaba a la vista de todos y la evidente intervención de tipo milagroso que desvió los disparos de un asesino muy hábil, han cargado este acontecimiento de un fuerte significado espiritual, confirmado con la coincidencia de que ese día era el de la primera aparición de la Virgen de Fátima, cuyo mensaje se refería al comunismo", afirma el diario.
Según L"Osservatore Romano, la "intervención mariana confirma a los cristianos una certeza: aunque las fuerzas del mal son poderosas y peligrosas no prevalecerán".
Juan Pablo II siempre mantuvo que una mano -la del turno Alí Agca, el autor del atentado- le disparó y otra -la de la Virgen- desvió la bala y le salvó la vida.
El atentado se produjo a las cinco y diecisiete minutos de la tarde del 13 de mayo ed 1981, cuando Karol Wojtyla celebraba la audiencia general de los miércoles.
El terrorista Ali Agca, que se encontraba en la plaza, le disparó cuatro tiros, de los cuales dos le alcanzaron.
Uno le hirió en la mano izquierda, le perforó el bajo vientre, atravesó el hueso sacro y se incrustó en el piso del "papamóvil". El proyectil pasó a pocos milímetros de la arteria aorta y rozó la espina dorsal del papa.
El otro proyectil le rozó un codo e hirió a dos mujeres.
Cuando Juan Pablo II visitó a Agca en la cárcel, éste le preguntó por qué no había muerto si él era un buen tirador y había apuntado al pecho.
"Porque usted no tuvo en cuenta a la Virgen de Fátima", le respondió Karol Wojtyla.
El atentado, según el Vaticano, había sido anunciado por la Virgen de Fátima a los pastorcillos, a los que, según la tradición católica, se apareció en 1917 y formaba parte del llamado "Tercer secreto de Fátima", que también incluía la lucha del comunismo contra los cristianos.
Al cabo de 30 años, sigue sin saberse quien indujo el atentado. Se aseguró que Agca fue reclutado por los servicios secretos búlgaros, por orden del KGB soviético. El turco, que fue detenido inmediatamente y condenado a cadena perpetua en Italia, hizo a lo largo de los años declaraciones contradictorias.
La llamada "pista búlgara" del atentado nunca se pudo demostrar y Juan Pablo II dijo en Bulgaria, en 2001, que jamás creyó en ella.
- EFE-
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