John Jairo Velásquez, alias ´Popeye´, también activó 250 bombas en centros comerciales, hizo estallar un vuelo comercial y mató a unas 250 personas.
El jefe de sicarios del desaparecido capo del narcotráfico colombiano Pablo Escobar confiesa en una entrevista publicada que activó cerca de 250 bombas en centros comerciales y otros lugares públicos, hizo estallar un vuelo comercial, mató a unas 250 personas y participó en otros 3.000 homicidios.
En declaraciones desde la cárcel donde cumple condena, John Jairo Velásquez, alias "Popeye", que se presenta a sí mismo como "un asesino profesional", ofreció un escalofriante testimonio sobre cientos de atentados que enlutaron Colombia en las décadas de los años 80 y 90.
"Soy un hombre privilegiado porque he visto caer a mis enemigos, vi morir a Pacho Herrera como un perro y vi extraditar a los (hermanos Gilberto y Miguel) Rodríguez Orejuela, asustados y llorando. Uno desde la cárcel ve morir a sus peores enemigos y eso es muy gratificante", dijo.
"Popeye", ex jefe de sicarios del extinto cartel de Medellín, se encuentra preso en la cárcel de alta seguridad de Cómbita, donde desde hace siete años permanece aislado en un patio por temor a que sea asesinado por los enemigos que se hizo a lo largo de su carrera delictiva.
A El tiempo le dijo que asesinó a cerca de 250 personas, participó en otros 3.000 homicidios y activó cerca de 250 bombas para hacer cumplir la orden y obsesión de Pablo Escobar de presionar al Gobierno y evitar así ser extraditado a Estados Unidos.
"Matamos a (el candidato presidencial) Luis Carlos Galán y a 540 policías, al procurador Carlos Mauro Hoyos, a Diana Turbay; a varios magistrados, dejamos heridos a 800 policías; hicimos explotar el vuelo 230 de Avianca y secuestramos a Andrés Pastrana (luego presidente de Colombia)", reconoció.
"Popeye" está a tres años de cumplir una pena de 22 años de cárcel por los delitos de narcotráfico y concierto para delinquir con fines terroristas y homicidio.
En la cárcel está bajo máxima protección porque ha sido testigo de varios de los episodios más trágicos de la historia reciente de Colombia y ha decidido colaborar con la justicia.
El jefe de sicarios de Escobar vive con zozobra por el temor a ser envenenado, como ya han sido asesinados algunos jefes paramilitares y narcotraficantes en cárceles colombianas y por esa razón las autoridades vigilan todos los alimentos que consume.
"A mí nadie me visita; con decirle que recibe más visita un secuestrado que yo, porque con todos estos problemas preferí no recibir más visita", confirmó.
"Mi cabeza vale dos millones de dólares para (el clan de narcotraficantes) Ochoa Vásquez, por eso me vigilan hasta la comida", agregó.
Su hijo vive en Estados Unidos y espera salir del país cuando salga de la cárcel, donde cumple una estricta rutina diaria.
"Yo no mataba a una persona y empezaba a sudar ni a fumar marihuana; lo mataba, me iba para la casa, me bañaba, me ponía a ver televisión y vivía normal porque soy un asesino profesional", puntualizó.
Pablo Escobar, capo del cártel de las drogas de Medellín, fue abatido en diciembre de 1993 en el tejado de una vivienda de Medellín, mientras intentaba escapar de un cerco policial. EFE
En declaraciones desde la cárcel donde cumple condena, John Jairo Velásquez, alias "Popeye", que se presenta a sí mismo como "un asesino profesional", ofreció un escalofriante testimonio sobre cientos de atentados que enlutaron Colombia en las décadas de los años 80 y 90.
"Soy un hombre privilegiado porque he visto caer a mis enemigos, vi morir a Pacho Herrera como un perro y vi extraditar a los (hermanos Gilberto y Miguel) Rodríguez Orejuela, asustados y llorando. Uno desde la cárcel ve morir a sus peores enemigos y eso es muy gratificante", dijo.
"Popeye", ex jefe de sicarios del extinto cartel de Medellín, se encuentra preso en la cárcel de alta seguridad de Cómbita, donde desde hace siete años permanece aislado en un patio por temor a que sea asesinado por los enemigos que se hizo a lo largo de su carrera delictiva.
A El tiempo le dijo que asesinó a cerca de 250 personas, participó en otros 3.000 homicidios y activó cerca de 250 bombas para hacer cumplir la orden y obsesión de Pablo Escobar de presionar al Gobierno y evitar así ser extraditado a Estados Unidos.
"Matamos a (el candidato presidencial) Luis Carlos Galán y a 540 policías, al procurador Carlos Mauro Hoyos, a Diana Turbay; a varios magistrados, dejamos heridos a 800 policías; hicimos explotar el vuelo 230 de Avianca y secuestramos a Andrés Pastrana (luego presidente de Colombia)", reconoció.
"Popeye" está a tres años de cumplir una pena de 22 años de cárcel por los delitos de narcotráfico y concierto para delinquir con fines terroristas y homicidio.
En la cárcel está bajo máxima protección porque ha sido testigo de varios de los episodios más trágicos de la historia reciente de Colombia y ha decidido colaborar con la justicia.
El jefe de sicarios de Escobar vive con zozobra por el temor a ser envenenado, como ya han sido asesinados algunos jefes paramilitares y narcotraficantes en cárceles colombianas y por esa razón las autoridades vigilan todos los alimentos que consume.
"A mí nadie me visita; con decirle que recibe más visita un secuestrado que yo, porque con todos estos problemas preferí no recibir más visita", confirmó.
"Mi cabeza vale dos millones de dólares para (el clan de narcotraficantes) Ochoa Vásquez, por eso me vigilan hasta la comida", agregó.
Su hijo vive en Estados Unidos y espera salir del país cuando salga de la cárcel, donde cumple una estricta rutina diaria.
"Yo no mataba a una persona y empezaba a sudar ni a fumar marihuana; lo mataba, me iba para la casa, me bañaba, me ponía a ver televisión y vivía normal porque soy un asesino profesional", puntualizó.
Pablo Escobar, capo del cártel de las drogas de Medellín, fue abatido en diciembre de 1993 en el tejado de una vivienda de Medellín, mientras intentaba escapar de un cerco policial. EFE
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