El 50% de los incendios en Portugal están causados por negligencias: quemas agrícolas, forestales o algunas prácticas vacacionales. En este caso las causas habrían sido naturales.
(Agencia N+1 / Beatriz de Vera) Un masivo y descontrolado incendio ha asolado el norte de Portugal, desde la localidad de Pedrógão Grande y extendiéndose hacia el norte, donde se han tenido que desalojar 27 aldeas. El último balance oficial de víctimas apunta a que el fuego ha causado 64 muertos y 160 heridos, siendo este incendio el más letal de los últimos años en el país. Colaboran en la extinción del fuego fuerzas terrestres y aéreas de España, Francia, Italia y Marruecos. Ayer se conocía la noticia de un avión se había estrellado en una zona próxima a Pedrógão Grande, pero tanto Protección Civil de Portugal, como el Ejército del Aire español han desmentido la noticia.
Según cifras de la Agencia Europea del Medio Ambiente, los incendios forestales son una amenaza anual en Portugal, produciéndose entre 1993 y 2013 más que en España, Francia, Italia o Grecia, pese a su tamaño relativamente pequeño. Según cuenta a eldiario.es el excoordinador de la investigación penal en la Policía Judicial de Portugal, Antonio Duarte Carbalho, el 50% de los incendios en Portugal están causados por negligencias: quemas agrícolas, forestales o algunas prácticas vacacionales causan la mitad de los 15.000 fuegos que se producen cada año en este país.
Vientos descontrolados. Pero según fuentes de la policía portuguesa todo apunta a que las causas de este incendio son naturales. El secretario de Estado de Administración Interna del Gobierno luso, João Gomes, ha explicado a los medios que que se trata de un fuego de bajas dimensiones que, debido a "vientos descontrolados", se convirtió en "un incendio imposible de controlar". El ingeniero agrónomo Henrique dos Santos explica al diario portugués Publico que los equipos de extinción de incendios no habían comenzado a funcionar aún, aunque desde hace dos semanas las temperaturas no han bajado de 35 grados, no ha llovido apenas y el viento ha soplado con fuerza.
Las condiciones del país ibérico superaron con creces, durante la semana pasada, la conocida regla del 30: la confluencia de una serie de condiciones meteorológicas bajo las cuales el riesgo de incendio en el monte es máximo y los incendios adquieren un gran poder destructor. La regla hace referencia a una temperatura del aire superior a los 30 grados, vientos del orden o superiores a 30 kilómetros por hora y una humedad relativa del aire inferior al 30%, según el Ministerio español de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA).
Tormenta seca. El sábado, en la zona donde tuvo lugar el fuego azotaron vientos de 70, 80 y 90 kilómetros por hora, con una humedad por debajo del 15% y a las diez de la noche había 33 grados de temperatura. Además, la superficie donde cayeron los rayos era puro combustible, explica Carbalho. La zona, además, está repleta de eucaliptos, cuyas hojas pueden ser trasladadas por el viento a dos o tres kilómetros de distancia, lo que también contribuyó a aumentar las dimensiones del incendio.
Estas condiciones posibilitan el fenómeno culpable de estos masivos e incontrolables incendios: la tormenta seca, especialmente peligrosas en verano, cuando el calor es excesivo y el terreno está seco. Normalmente, cuando la tormenta va acompañada de precipitaciones, el agua y la humedad limitan el riesgo de incendio. Pero estas se forman cuando no hay suficiente humedad como para descargar precipitación, o bien si la entrada de aire frío no es potente. Así, el rayo se genera en la base de la nube y busca contacto con árboles, edificios o zonas de tierra elevadas (por eso es relativamente frecuente en zonas montañosas).
Tormenta ígnea. Como explica en su blog del periódico español El País el experto en Ciencias Atmosféricas y Metereología Daniel Sánchez Muñoz, en los casos más extremos, esto puede dar lugar a una tormenta ígnea: en el momento en que un gran incendio forestal se produce, el calor generado hace que el aire se caliente bruscamente y ascienda de forma rápida. Si existe suficiente material combustible, el incendio puede crear su propia meteorología local. Su mecanismo de creación es similar al de las tormentas convencionales. El ascenso de aire caliente, fruto del fuego, deja un hueco que ha de ser reemplazado por aire de fuera del incendio. Esto genera grandes vientos desde el exterior hacia el incendio, aportando además oxigeno que ayuda a avivar la combustión. Este nuevo aire se vuelve a calentar y el proceso se repite, dando lugar a una enorme chimenea. Este proceso cíclico puede dar lugar a vientos de 200 km/h y temperaturas de 2.000 ºC en el interior de la tormenta. El experto concluye que, si ya es difícil pronosticar la evolución del fuego, cuando tiene una entidad suficiente para dar lugar a una tormenta ígnea, este se convierte en impredecible y devastador. Como, de hecho, está ocurriendo en Portugal.
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