´Los vientos superiores de un huracán pueden distribuir el petróleo por un área muy amplia´, dijo Dennis Feltgen, portavoz del Centro Nacional de Huracanes.
La impactante imagen de un huracán negro, con olas gigantes empetroladas y ráfagas de agua aceitosa que cubren playas y ciudades, podría convertirse pronto en una realidad en el Golfo del México, acechado por la cercana temporada ciclónica, señalaron meteorólogos y expertos a la AFP.
A menos de tres semanas del inicio de la estación de huracanes en la región, el gigantesco derrame de petróleo de la compañía British Petroleum (BP) no logra ser contenido y la mancha de crudo se extiende frente a las costas de varios estados del sureste estadounidense.
En abril, el último pronóstico del equipo de huracanes de la Universidad del Estado de Colorado (CSU, en inglés) indicó que hay un 44 por ciento de probabilidad que un huracán ingrese en el Golfo de México, un riesgo mayor este año al 30 por ciento de promedio histórico.
"Los vientos superiores (de un huracán) pueden distribuir el petróleo por un área muy amplia", dijo Dennis Feltgen a la AFP, meteorólogo y portavoz del Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami.
"El movimiento del petróleo con un huracán va a depender del trayecto" del ciclón, dijo Feltgen.
"Un huracán que pase por el oeste de la marea negra podría llevar una gran cantidad de petróleo hacia las costas" mientras que el gran oleaje que se genera y los poderosos vientos con agua marina y de lluvia puede transportarlo al interior de las poblaciones, agregó.
Por otro lado, señaló que "los vientos superiores y mareas van a mezclar el petróleo, lo que va a ayudar a un proceso de biodegradación".
Nick Shay, experto en oceanografía física de la Escuela Rosentiel de Ciencias Marinas de la Universidad de Miami, dijo que "el petróleo en la superficie marina puede ser transportado" por los poderosos vientos de un
huracán, pero hay muchos aspectos complejos aún para precisar.
"Tener una derrame de petróleo sobre el mar cambia la situación y la velocidad" en que el fenómeno puede moverse, subrayó. El punto es cuanto afecta "a la curva de viento que da fuerza al huracán, a las olas y cómo interactúan viento y petróleo", indicó.
Investigadores de la agencia oceanográfica y atmosférica de Estados Unidos (NOAA, en inglés) están estudiando la interacción del petróleo con un huracán y con las tormentas tropicales que, entre otros aspectos, podrían verse fortalecidos o debilitados si, respectivamente, el petróleo favorece una mayor o menor evaporación desde la superficie marina.
"Una mancha de petróleo podría suprimir la evaporación si la capa es suficientemente gruesa para no permitir el contacto del agua con el aire. Con menos evaporación uno asumiría que hay menos humedad para alimentar al huracán y este reduciría su fortaleza", dijo Feltgen.
Mientras se aguarda para el 20 de mayo el pronóstico de la agencia nacional de meteorología estadounidense, el último estudio del equipo de expertos en huracanes de la CSU indica que la temporada, que se inicia el 1 de junio y se extiende por seis meses en el Atlántico norte hasta fines de noviembre, sería
este año sea más activa que lo normal.
"El debilitamiento de El Niño junto a un calentamiento anómalo en el Atlántico tropical (...) conducen a condiciones dinámicas y termodinámicas favorables a la formación e intensificación de huracanes", señalaron los especialistas.
Según el reporte de la CSU, se formarían 15 tormentas tropicales con nombre en 2010 (el promedio es entre 9 y 10 por año), 8 huracanes (el promedio anual es entre 5 y 6) y 4 de ellos con fuerza de huracanes mayores (con vientos máximos de 155 km/h, categoría 3 o más en la escala Saffir-Simpson con máximo en 5).
El pozo petrolero Deepwater Horizon, gestionado por BP, se hundió el pasado 22 de abril tras una explosión en la que murieron 11 personas.
Desde entonces arroja crudo al oceáno a un ritmo de 5.000 barriles, u 800.000 litros.
AFP
A menos de tres semanas del inicio de la estación de huracanes en la región, el gigantesco derrame de petróleo de la compañía British Petroleum (BP) no logra ser contenido y la mancha de crudo se extiende frente a las costas de varios estados del sureste estadounidense.
En abril, el último pronóstico del equipo de huracanes de la Universidad del Estado de Colorado (CSU, en inglés) indicó que hay un 44 por ciento de probabilidad que un huracán ingrese en el Golfo de México, un riesgo mayor este año al 30 por ciento de promedio histórico.
"Los vientos superiores (de un huracán) pueden distribuir el petróleo por un área muy amplia", dijo Dennis Feltgen a la AFP, meteorólogo y portavoz del Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami.
"El movimiento del petróleo con un huracán va a depender del trayecto" del ciclón, dijo Feltgen.
"Un huracán que pase por el oeste de la marea negra podría llevar una gran cantidad de petróleo hacia las costas" mientras que el gran oleaje que se genera y los poderosos vientos con agua marina y de lluvia puede transportarlo al interior de las poblaciones, agregó.
Por otro lado, señaló que "los vientos superiores y mareas van a mezclar el petróleo, lo que va a ayudar a un proceso de biodegradación".
Nick Shay, experto en oceanografía física de la Escuela Rosentiel de Ciencias Marinas de la Universidad de Miami, dijo que "el petróleo en la superficie marina puede ser transportado" por los poderosos vientos de un
huracán, pero hay muchos aspectos complejos aún para precisar.
"Tener una derrame de petróleo sobre el mar cambia la situación y la velocidad" en que el fenómeno puede moverse, subrayó. El punto es cuanto afecta "a la curva de viento que da fuerza al huracán, a las olas y cómo interactúan viento y petróleo", indicó.
Investigadores de la agencia oceanográfica y atmosférica de Estados Unidos (NOAA, en inglés) están estudiando la interacción del petróleo con un huracán y con las tormentas tropicales que, entre otros aspectos, podrían verse fortalecidos o debilitados si, respectivamente, el petróleo favorece una mayor o menor evaporación desde la superficie marina.
"Una mancha de petróleo podría suprimir la evaporación si la capa es suficientemente gruesa para no permitir el contacto del agua con el aire. Con menos evaporación uno asumiría que hay menos humedad para alimentar al huracán y este reduciría su fortaleza", dijo Feltgen.
Mientras se aguarda para el 20 de mayo el pronóstico de la agencia nacional de meteorología estadounidense, el último estudio del equipo de expertos en huracanes de la CSU indica que la temporada, que se inicia el 1 de junio y se extiende por seis meses en el Atlántico norte hasta fines de noviembre, sería
este año sea más activa que lo normal.
"El debilitamiento de El Niño junto a un calentamiento anómalo en el Atlántico tropical (...) conducen a condiciones dinámicas y termodinámicas favorables a la formación e intensificación de huracanes", señalaron los especialistas.
Según el reporte de la CSU, se formarían 15 tormentas tropicales con nombre en 2010 (el promedio es entre 9 y 10 por año), 8 huracanes (el promedio anual es entre 5 y 6) y 4 de ellos con fuerza de huracanes mayores (con vientos máximos de 155 km/h, categoría 3 o más en la escala Saffir-Simpson con máximo en 5).
El pozo petrolero Deepwater Horizon, gestionado por BP, se hundió el pasado 22 de abril tras una explosión en la que murieron 11 personas.
Desde entonces arroja crudo al oceáno a un ritmo de 5.000 barriles, u 800.000 litros.
AFP
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