La muerte de once elefantes generó un luto en Tailandia, donde se les considera el animal nacional y donde su población es cada vez menor, y un gran polémica: ¿tuvo que ver algo la actividad con lo ocurrido?
El parque nacional de Khao Yai, en Tailandia, está de luto después de que diez elefantes se hayan despeñado por una cascada para salvar a una cría, lo que activó una compleja operación de rescate y la polémica sobre si la tragedia fue provocada por el impacto del turismo en su hábitat. El guarda forestal Narongrit "Tee" acompañó a la agencia Efe a lo largo del proceloso río en cuya cascada, conocida localmente como Haew Narok ("el abismo del infierno"), fallecieron los paquidermos tras ser arrastrados por la corriente. Allí todavía eran visibles sus huellas de diversos tamaños y sus excrementos.
Según Narongrit, las huellas indican que la manada podría haber estado compuesta en un principio por quince elefantes en total, lo que, de confirmarse, significaría que se salvaron cuatro. Varias ramas de bambú aplastadas y huellas cercanas a bloques de hormigón recubiertos de alambre de espino e instalados para impedir que los paquidermos atraviesen una senda para humanos parecen indicar que, al desviarse de su camino, las bestias se precipitaron directamente en la corriente del río Tha Dan.
Todo comenzó el viernes de la semana pasada por la noche, cuando una pequeña cría, probablemente de entre 3 y 5 años, fue arrastrada por la corriente tras intentar evitar la barrera interpuesta por el hombre. Cuando varios miembros de su familia se arrojaron al agua para tratar de salvarla, se vieron igualmente arrastrados por la corriente. Narongrit recuerda que aquella noche, él y sus compañeros oyeron sonoros barritos y, al principio, pensaron que una elefanta estaba pariendo, pero comenzaron a sospechar que algo diferente estaba ocurriendo cuando los ruidos se prolongaron durante toda la noche.
La mañana siguiente, los guardas acudieron a la zona y encontraron a dos supervivientes, una madre de 35 años y su hijo de cinco. Ambos habían conseguido cruzar la poderosa corriente del río, pero estaban muy debilitados por el esfuerzo y visiblemente traumatizados, ya que rechazaron los alimentos que se les ofrecían. Tras la tragedia, se ha desencadenado una encendida polémica en Tailandia, cuyo símbolo nacional es el elefante, sobre los efectos de la acción de los humanos sobre el hábitat de estos animales.
Según agrupaciones de protección animal, unos 3000 elefantes salvajes viven en la actualidad en los bosques de Tailandia amenazados por la creciente deforestación, en comparación con los 300 000 paquidermos que poblaban el país hace más de un siglo. El activista medioambiental Khemthong Morat, fundador de la ONG "Los niños aman el bosque", escribió el martes una carta al ministro de Recursos Naturales y Medio Ambiente que publicó en su cuenta de Facebook y en la que culpaba directamente a las infraestructuras turísticas del parque por la muerte de los animales.
"El centro de visitas de la cascada de Haew Narok se halla en el camino que los elefantes han usado para buscar comida desde tiempos inmemoriales. Por lo tanto, deberían ser demolidos los restaurantes, el aparcamiento, los lavabos, el refugio de los visitantes, la sala de exposiciones, la tienda de regalos y la oficina de los funcionarios", exigía el activista en su carta. Además, Khemthong culpaba a los guardas forestales por no vigilar la zona y espantar a los elefantes cuando se acercaban a la cascada.
Witthaya Hongwiangchan, director de Áreas Protegidas de la provincia de Prachinburi, donde tuvo lugar el incidente, dijo a la agencia Efe que estaba de acuerdo con este último punto y, por ello, se planea incrementar el número de guardas forestales que vigilan la zona. "En lo que respecta al otro punto, es cierto que la oficina de los guardas se encuentra en el camino que atraviesan los elefantes, por lo que es posible que la traslademos a largo plazo. El resto de las instalaciones son necesarias", apuntó.
Por su parte, Edwin Wiek, director de Wildlife Friends Foundation Thailand señaló a Efe que no creía "que se pueda impedir hacer nada a una criatura tan grande. Pesan en torno a cuatro toneladas. Hay quien ha propuesto instalar una valla o cuerdas, pero nada como eso puede ser lo bastante fuerte como para detener la fuerza combinada de 10 a 12 toneladas de los elefantes que quieren pasar". Wiek también indicó que a menudo se producen accidentes cuando los elefantes colisionan con los coches que circulan en la autovía que cruza el parque, pero que los animales "han cambiado la forma en que se desplazan en los parques nacionales y han adaptado su comportamiento a la presencia de carreteras". EFE
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