Los monjes budistas de un templo de Bangkok visten túnicas fabricadas con telas confeccionadas con plásticos, esto como parte de una política medioambiental impulsada por autoridades de Tailandia.
En el templo Wat Jak Daeng, ubicado en la isla de Bang Kachao, conocida como pulmón verde de Bangkok, los monjes lucen túnicas anaranjadas fabricadas con telas confeccionadas con botellas de plástico y otros materiales reciclados.
Una asociación comunal, que cuenta con el apoyo económico de grandes empresas y el patronazgo de la Casa Real de Tailandia, comenzó este año a producir las túnicas de los bonzos, que cuentan con siete piezas cada una.
"No hay una gran diferencia (de comodidad) entre las túnicas (...) yo mismo visto una túnica de plástico reciclado y son muy similares a las tradicionales", apunta a Efe el monje Thipakorn, bonzo del Wat Jak Daeng y uno de los impulsores de esta iniciativa emprendida en un país adicto al plástico.
Se busca reducir desecho de plástico
Según un artículo de la revista Science de 2015, Tailandia era el sexto país que más plástico tiraba al mar después de China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka, países donde el rápido crecimiento económico ha disparado el consumo y los desperdicios.
El estudio, dirigido por la profesora Jenna R. Jambeck, estimaba que Tailandia desecha cada año al mar entre 150.000 y 410.000 toneladas de plástico al mar, del total mundial que asciende a entre 4,8 y 12,7 toneladas anuales.
Desde hace meses, las autoridades tailandesas han iniciado una serie de medidas e impulsado políticas medioambientales para tratar de reducir el consumo de plástico no reciclable en el país.
Mientras tanto, se recogen botellas de plástico usado para su reciclaje en el templo Wat Jak Daeng, situado en el sur de la ínsula artificial en el sur de Bangkok y rodeado de frondosa vegetación debido a las medidas medioambientales que protegen el entorno, el último paraje natural de la megalópolis.
Hacen falta unas 30 botellas de plástico PET (Tereftalato de polietileno) de litro y medio para confeccionar cada conjunto de prendas, que se componen de entre un 30 o 35 por ciento de materiales reciclados, mientras el resto corresponde al algodón y otros elementos, apunta el religioso budista Thipakorn.
Los residuos seleccionados son enviados a una planta de reciclaje asociada que a su vez les envía de vuelta las telas elaboradas en parte con los plásticos.
Trabajadoras y voluntarias en el templo se encargan entonces de recortar y zurcir los patrones para confeccionar las túnicas.
"Hasta la fecha hemos fabricado unas 200 túnicas", señala el bonzo.
Parte de las vestiduras se entregan a los religiosos internos en el templo, mientras otra parte son puestas a la venta para que los fieles que se acerquen al santuario puedan adquirirlas y donarlas al monasterio.
Además de las prendas, el Wat Jak Daeng también reutiliza las tapas y etiquetas de las botellas de plástico para producir sillas y otros productos y así predicar con el ejemplo en la lucha contra el consumo excesivo de plástico.
EFE
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