El jefe de la Iglesia invitó a pedir perdón a Dios por aquellos que en décadas pasadas "destruyeron las ilusiones" de muchos jóvenes con la promesa de una vida fácil producto del narcotráfico.
El papa Francisco deploró el sábado las vidas jóvenes que han destruido los "sicarios de la droga" durante un discurso a los religiosos en Medellín, la otrora capital del narcotráfico en Colombia.
Mientras prevenía a los seminaristas de los afanes de lucro, el pontífice se detuvo, improvisó y rindió tributo en memoria de los jóvenes que han muerto a manos de las mafias de las drogas. Juventud inquieta "tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae a ese recuerdo", declaró el pontífice de 80 años.
Tierra de capos. Medellín está inevitablemente asociada a Pablo Escobar, el sanguinario capo de la cocaína en los años 1980 y 1990 que desató la peor escalada terrorista jamás registrada en Colombia en su lucha contra el Estado.
Cientos de personas murieron en ataques ordenados por el jefe mafioso, abatido en diciembre de 1993 tras una feroz cacería en la que participó Estados Unidos. Aunque Escobar y su cartel de Medellín desaparecieron, al igual que sus temidos adversarios del cartel de Cali, Colombia es aún hoy el mayor productor y exportador de cocaína en el mundo.
Ilusiones destruidas. Francisco habló a la comunidad religiosa desde la plaza de toros y espectáculos La Macarena, donde Escobar hizo estallar una bomba en 1991 que dejó decenas de muertos y heridos.
"Los invito a recordar, a acompañar este luctuoso cortejo, a pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes. Pedirle al Señor que convierta sus corazones. A pedir que acabe esta derrota de la humanidad joven", manifestó.
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