Antes de que iniciara la demolición, cazatesoros inspeccionaron las instalaciones esperando encontrar algún botín.
La mansión del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, fallecido hace 22 años en un operativo policial, empezó a ser derribada esta semana ante la atenta mirada de sus propietarios y de los medios de comunicación.
Días antes, personas armadas con picos, mazos, detectores de metales y un radar ultrasensible rastrearon la antigua mansión para encontrar un supuesto botín de dinero o drogas que el fundador del Cartel de Medellín pudo haber ocultado en la vivienda.
Los dueños de la mansión, el empresario Christian de Berdouare, fundador y gerente general de los restaurantes Chicken Kitchen, y su esposa, la periodista Jennifer Valoppi, tienen sospechas de que en la casa que compraron en 2014 por 10 millones de dólares puede haber un tesoro escondido.
El matrimonio no descarta la posibilidad de encontrarse con una sorpresa en la mansión que fue confiscada por las autoridades estadounidenses a finales de la década de 1980 y, posteriormente, abandonada por su propietario anterior.
Escobar tenía la costumbre de esconder dinero en todas sus mansiones.
La casa se encuentra en una finca de casi 700 metros cuadrados en North Bay Road, pero sus desconchadas paredes en rosa pastel y su piscina abandonada no reflejan la vida de excesos del gran magnate de la droga de los años 80.
Aquella era la "edad de oro de los narcos", comentó a Efe Tom Cash, entonces responsable para Florida, el Caribe y Latinoamérica de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA).
Los narcotraficantes acumulaban tanto dinero que no sabían qué hacer con él. "No podían comérselo, no podían bebérselo, así que tenían que invertirlo. ¿Y qué mejor sitio para invertir que Miami?", detalló.
Cash cree que podría haber algo de dinero escondido entre las paredes o en el suelo, como ocurrió en 1990 cuando la DEA encontró tras un muro de una casa en Puerto Rico cerca de 14 millones de dólares en billetes.
EFE
Comparte esta noticia