El centro se encuentra a unos 60 kilómetros de Miami, en un vasto humedal subtropical repleto de caimanes, cocodrilos y pitones.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó el martes un remoto centro de detención de inmigrantes en los Everglades de Florida apodado el 'Alligator Alcatraz' (Alcatraz de los caimanes), mientras sus aliados republicanos avanzan en un proyecto de ley de gastos que podría aumentar las deportaciones.
El centro se encuentra a unos 60 kilómetros de Miami, en un vasto humedal subtropical repleto de caimanes, cocodrilos y pitones, un temible mensaje que la Casa Blanca ha aprovechado para mostrar su determinación de purgar a los inmigrantes a los que, dice, se les permitió permanecer en el país erróneamente bajo el Gobierno del expresidente Joe Biden.
Trump alabó la rápida construcción de las instalaciones mientras recorría filas con decenas de literas vacías encerradas en jaulas y advertía de las amenazadoras condiciones que rodean las instalaciones.
"Miré fuera y no es un lugar al que quiera ir de excursión pronto", dijo Trump en una mesa redonda tras su visita. "Estamos rodeados de kilómetros de pantanos traicioneros y la única salida es realmente la deportación".
Se calcula que el complejo del sur de Florida, en el Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Dade Collier, costará 450 millones de dólares anuales y podría albergar a unas 5 000 personas.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha dicho que enviará 100 efectivos de la Guardia Nacional y que la gente podría empezar a llegar a las instalaciones tan pronto como el miércoles.

Para promocionar la apertura del centro, las autoridades estadounidenses publicaron en las redes sociales imágenes de lagartos con sombreros del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
El Partido Republicano de Florida está vendiendo ropa con temática y forros para latas de cerveza con imágenes de aligátores.
El Senado, controlado por los republicanos, votó el martes a favor de un proyecto de ley que añade decenas de miles de millones de dólares para la aplicación de la ley de inmigración junto con varios de los otros planes de impuestos y gastos del presidente.
Trump, que tiene su residencia en Florida, lleva una década haciendo de las políticas fronterizas de línea dura el centro de su agenda política.
Sin embargo, sus promesas de campaña de deportar hasta un millón de personas al año se han topado con protestas en las comunidades afectadas, demandas de mano de obra barata por parte de los empresarios y una escasez de fondos de un gobierno con déficits crónicos.
El número de detenidos en centros federales de detención de inmigrantes ha aumentado drásticamente a 56.000 al 15 de junio, frente a los 39 000 que había cuando Trump asumió el cargo, según datos del gobierno. Su administración ha presionado para encontrar más espacio.