Antes que Barack Obama, en 1928, el entonces mandatario norteamericano llegó a la isla acompañado de su esposa para acudir a la VI Conferencia Internacional de Estados Americanos.
John Calvin Coolidge era conocido como un presidente "amamantado en vinagre": no sonreía casi nunca, no era capaz de palmear el hombro de sus asistentes ni de dar muestras de afecto a quienes lo rodeaban.
Sin embargo, al llegar a La Habana en 1928 el jolgorio que habían armado los cubanos le ocasionó un desborde de entusiasmo y efusividad.
Coolidge sonreía, y mucho, y saludaba haciendo reverencias con su sombrero a las personas que, apostadas en los balcones y azoteas de los edificios cercanos a la bahía de La Habana, avistaban el acorazado USS Texas en el que iba el presidente acompañado de su esposa.
Era la primera vez que un presidente de Estados Unidos llegaba a la isla que gobernaba en ese entonces Gerardo Machado. Era la primera vez, también, que Coolidge realizaba un viaje oficial como presidente. Gobernó entre 1923 y 1929.
Cronistas de la época relatan que la expectativa era tanta que el gobierno mandó a las Fuerzas Armadas desplegar un grupo de aeroplanos para que sigan el curso del buque en el que venía el mandatario del norte.
Pero Coolidge no había viajado por gusto a Cuba; él asistía a la VI Conferencia Internacional de Estados Americanos, precursora de lo que hoy es la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Estados Unidos de Norteamérica pasaba por un momento crítico con respecto a su política en América Latina y era visto como un país intervencionista, por ello era necesario que la máxima autoridad de ese país se hiciera presente y dé muestras de apertura con respecto a las naciones latinoamericanas.
Tras su discurso muchos aseguraron que Coolidge había sentado las bases de la política del "Buen vecino".
Cal, como también era conocido, regresó a su país en el crucero USS Memphis. El ayuntamiento de La Habana decidió cambiar el nombre de la calle 17 a Calle Presidente Coolidge.
Comparte esta noticia