"Por eso yo defiendo la tierra, defiendo el agua, porque eso es vida. No tengo miedo a las empresas, seguiré luchando", dijo la campesina galardonada en EE.UU.
Máxima Acuña recibió el premio Goldman, considerado el Premio Nobel del Medioambiente por su lucha en defensa de la tierra y del agua en su natal Cajamarca.
En la ceremonia de premiación, la campesina inició su discurso con una sentida canción, un huayno que compuso sobre la historia que vivió en el enfrentamiento con la minera transnacional Newmont que quiso apoderarse de sus tierras y que finalmente no lo lográ tras ganar la batalla en las instancias judiciales.
Ante la ovación del público, Acuña inició su canto que era casi un lamento:
"Yo soy una jalqueñita, que vivo en las cordilleras. Pasteando mis ovejas en neblina y aguacero. Cuando mi perro ladraba, la policía llegaba. Mis chocitas las quemaron, mis cositas las llevaron. Comidita no comía, solo agüita yo tomaba. Camita yo no tenía, con pajitas me abrigaba. Por defender mis lagunas, la vida quisieron quitarme. Ingenieros, seguritas, me robaron mis ovejas, caldo de cabeza tomaron, en el campamento de Congo. Si con esto, adiós, adiós, hermosísimo laurel, tú te quedas en tu casa, yo me voy a padecer".
Tras el canto, Máxima Acuña remató con una frase final memorable.
"Por eso yo defiendo la tierra, defiendo el agua, porque eso es vida. Yo no tengo miedo al poder de las empresas, seguiré luchando por los compañeros que murieron en Celendín y Bambamarca y por todos los que estamos en lucha en Cajamarca".
La ovación fue generalizada, le entregaron el premio y ella, entre lágrimas, lo recibió y mostró orgullosa al mundo. La campesina a la que la empresa minera en Cajamarca no pudo desalojar ni doblegar recibe en los Estados Unidos el reconocimiento del mundo por su lucha en favor del medio ambiente.
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