Mientras la defensa del expresidente busca evitar su ingreso a prisión, la prensa brasileña señala que negocia su entrega tras participar en una misa.
El expresidente brasileño Luiz Inácio da Silva, condenado a 12 años de prisión, mantiene silencio sobre su posible ingreso en prisión en las próximas horas tras pasar su segunda noche en la sede del sindicato de metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en las afueras de Sao Paulo.
El juez federal Sergio Moro dio el jueves a Lula un plazo hasta las 05:00 p.m. del viernes (03:00 p.m. en Perú) para presentarse ante la Policía Federal para purgar una pena de 12 años de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero. El plazo fue incumplido por Lula y, en un pulso con la justicia, el exmandatario continúo refugiado en el sindicato, donde permanece desde la noche del jueves, acompañado por familiares, aliados políticos y militantes.
El expresidente participará este sábado en una misa en memoria de su esposa, Marisa Leticia, que se oficiará en el sindicato. Según el diario Folha de Sao Paulo, Lula habría negociado entregarse tras participar en la ceremonia. Fuentes del Partido de los Trabajadores (PT) consultadas por la agencia Efe admitieron que estaría negociando su entrega a través de intermediarios y que habría exigido que su lugar de detención sea en Sao Paulo o en la misma Sao Bernardo do Campo, donde tiene además su residencia particular.
La condena
Lula fue condenado por el juez Moro en julio de 2017 a 9 años y 6 meses de prisión al dar por comprobado que obtuvo un apartamento en la playa a cambio de beneficiar a la constructora OAS con contratos de Petrobras, centro de un gigantesco escándalo.
La condena fue aumentada en enero pasado a 12 años y 1 meses por un tribunal de segunda instancia, que además determinó su ingreso en prisión una vez agotados los recursos en esa corte. La defensa de Lula ha cuestionado el decreto de prisión, pues considera que el expresidente todavía tenía un recurso pendiente en el tribunal de segunda instancia que no fue considerado por dicha corte. EFE