El informe británico concluye que el exprimer ministro Tony Blair autorizó la invasión de Irak en 2003 con pruebas de inteligencia "no justificadas" y sin haber agotado la opción pacífica.
El diplomático británico John Chilcot publicó este miércoles un extenso y exhaustivo informe sobre la guerra de Irak de 2003. El documento dice que el ex primer ministro Tony Blair autorizó que Reino Unido participe en la invasión, operación liderada por Estados Unidos en 2003, sin la justificación suficiente y sin agotar todos las vías de paz. Es tal el nivel del escándalo, que el expresidente estadounidense George Bush tuvo que salir a defender la invasión. “El mundo está mejor sin Sadam Hussein”, dijo. Pero no todos están de acuerdo.
Origen de la investigación. Esta investigación fue dispuesta por el primer ministro laborista Gordon Brown, en el poder entre 2007 y 2010, después de intensas presiones de políticos. También la impulsaron las familias de los militares británicos que perdieron la vida en el conflicto armado. El objetivo de Chilcot era evaluar las decisiones que se tomaron antes y durante la guerra, las medidas adoptadas y establecer qué se puede aprender de uno de los episodios más polémicos del mandato del laborista Tony Blair (en el poder entre 1997 y 2007).
No hubo pruebas. El exconsejero de los servicios secretos del Reino Unido señaló que el exprimer ministro británico laborista presentó como ciertas unas pruebas "no justificadas" sobre la posesión de armas de destrucción masivas por parte del régimen del entonces presidente iraquí, Sadam Husein. Irán, Corea del Norte y Libia se consideraban amenazas mayores en términos de la proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas. El Comité Conjunto de Inteligencia de Reino Unido creía que Irak tardaría cinco años, tras el levantamiento de las sanciones, en producir suficiente material fisible para un arma, según la pesquisa.
Informe defectuoso. Chilcot identifica errores de los servicios de inteligencia británicos que produjeron información "defectuosa" sobre las presuntas armas de destrucción masiva de Sadam Husein, la base de la entrada en la guerra. Chilcot sostiene que la comunidad de inteligencia trabajó desde el principio sobre el supuesto equivocado de que Sadam tenía armas de destrucción masiva y no hizo ningún intento de plantearse la posibilidad de que se hubiera deshecho de ellas, como había ocurrido.
¿Y las pruebas? El autor del documento afirmó que las consecuencias de la guerra fueron subestimadas a pesar de que había "advertencias explícitas". "Más de 200 ciudadanos británicos murieron como resultado del conflicto en Irak. Muchos más resultaron heridos. Esto ha supuesto una profunda angustia para muchas familias", comentó Chilcot.
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