"Quiero que paguen por lo que hicieron", dice su padre. Uzmam, de 16 años, fue hallada muerta en un canal. Las investigaciones apuntan a sus empleadores como autores del crimen, que ha provocado un gran revuelo.
Con 16 años, Uzma trabajaba como criada para una familia de Lahore. Su cuerpo, con señales de malos tratos, fue hallado a finales de enero en una canalización de la ciudad, dando lugar a un agitado debate en Pakistán sobre la suerte de los menores empleados como trabajadores domésticos. El caso, que fue revelado por un programa de televisión, se saldó con la detención y acusación por asesinato de tres mujeres de la familia que la contrató. Según la policía, Uzma sucumbió a los golpes que le propinaron en la cabeza con un utensilio de cocina.
La emisión, en la que el presentador Mukarram Kaleem hizo un apasionado alegato para exigir justicia, causó un gran revuelo. El caso tocó un tema sensible en Pakistán, donde unos 8,5 millones de empleados domésticos, muchos de ellos niños, trabajan para familias más acomodadas, según la Organización Internacional del Trabajo. Estos trabajadores están expuestos a todo tipo de abusos, incluso sexuales, una cuestión tabú. La cultura patriarcal de Pakistán, junto a su rígida estructura de clases sociales, suele impedirles tener una voz.
La revelación de este caso dio paso a un torrente de reacciones de indignación en redes sociales y generó un debate más amplio sobre la cuestión de los derechos de los empelados domésticos en Pakistán, especialmente de los niños, aunque en teoría es ilegal contratar a un menor de 15 años. El personal doméstico representa un importante componente, no regulado, del sector servicios en este país.
"Seres humanos"
"Los padres ven a menudo a sus hijos como un medio para sacar a su familia de la pobreza", señala Arooma Shahzad, secretaria general del sindicato de trabajadores domésticos, la primera y única organización de este tipo en el país. Aunque reconoce que el caso de Uzma es extremo, subraya que "los menores que se convierten en trabajadores domésticos se ven a menudo en posiciones muy vulnerables que los convierten en blanco de abusos y de explotación por parte de sus empleados".
Saba, de 15 años, tuvo que dejar la escuela para trabajar como mucama en Lahore. "Realmente no tengo elección. Debo trabajar en dos casas cada día [para ayudar] a mi familia", explica. El caso Uzma no es una excepción en Pakistán. En diciembre de 2016 un juez y su esposa fueron acusados de torturar a su criada, de 10 años. Una conocida presentadora de televisión de Lahore también fue acusada en 2017 de haber secuestrado a su sirvienta, adolescente. Para Shahzad, hechos como estos denotan una falta de "humanidad". "Ni siquiera consideramos seres humanos a nuestros trabajadores domésticos", lamenta.
"Quiero que paguen"
La multiplicación de casos de malos tratos llevó al Parlamento de la provincia de Punjab (este), la más poblada del país, a adoptar una ley que regula el empleo de trabajadores domésticos, concediéndoles teóricamente derechos como la baja por enfermedad y vacaciones. Pero la mayor parte de empleados no están declarados.
Sheraz Zaka, un abogado de Lahore que luchó mucho tiempo a favor de esta ley, admite que se trata apenas de "un primer paso", pero espera que sirva para abrir la vía a más controles y a "un mejor equilibrio de poderes". La ley, que no cubre otras provincias de Pakistán, es poco conocida por los propios trabajadores domésticos, a menudo analfabetos.
Para Mukarram Kaleem, el presentador del programa que desencadenó todo, el país necesita plantearse su trato a los criados. Tras la campaña, "la gente empieza a darse cuenta y hablar de ello", destaca. "Hay una toma de conciencia de que [...] no es forma de tratar a los trabajadores domésticos y de que hay que cambiar las formas".
El padre de Uzma, Muhamad Riaz, dice que denunció a la familia que empleaba a su hija. Esta intentó en varias ocasiones sobornarlo para que retirara la denuncia. "Me ofrecieron dinero a través de mi hermano", contó a la agencia AFP. "Pero no voy a renunciar. Antes muerto", asegura. "Quiero que paguen por lo que le hicieron". AFP
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