Los rostros de los soldados ucranianos abatidos en el frente de guerra contra Rusia son pintados en los edificios de Léopolis, en Ucrania, para recordar a los habitantes de la ciudad el alto precio pagado por la defensa de su territorio.
Murales con retratos de los defensores de Ucrania caídos aparecen en las calles de Leópolis (oeste), mientras sus familias y amigos intentan mantener viva su memoria y recordar a los habitantes de la ciudad el alto precio pagado por repeler los continuos ataques de Rusia.
"Queríamos que fuera a ras de suelo, por donde nuestros vecinos -entre ellos muchos niños- pasan todo el tiempo, para que recuerden a personas como mi hijo y crezcan con los mismos valores", explica a EFE Olena Krilova, madre de uno de los soldados retratados.
El mural, pintado justo al lado del edificio donde creció, consta de dos cuadros que representan a un joven sonriente, Oleg Jristenko, de 21 años, que se alistó voluntario en el ejército al comienzo de la invasión rusa a gran escala, que comenzó el 24 de febrero de 2022.
"¿Quién protegerá a nuestra Ucrania si todo el mundo se queda en casa? Todas las madres están preocupadas y lloran, no sólo tú", recordó Krilova la respuesta de su hijo a su petición de que no arriesgara su vida en defensa de su país.
Mantener viva la memoria de su hijo
Jristenko, un talentoso informático con especial interés por las tecnologías de realidad aumentada, se convirtió en francotirador de la 3ª Brigada de Asalto.
Él trabajaba en el desarrollo de una aplicación para ayudar a otros a perfeccionar sus habilidades de francotirador, pero murió en combate hace más de un año.
Krilova calificó el tiempo posterior a su muerte como "un maratón de huida del dolor".
"Tengo muchos retratos de Oleg en casa. Los abrazo, hablo con ellos. Con este mural, quería desesperadamente asegurarme de que otros también le recordarán", subrayó.
Krilova no pretendía que el mural fuera perfecto y evitó deliberadamente los tonos claros, pues no quería embellecer la realidad de la guerra.
"La guerra no tiene nada de bello. Se trata de pena, dolor y pérdidas irreversibles", explicó.
La madre tampoco pretendía retratar a su hijo como un ángel perfecto: "Era un ser humano, con sus propios puntos de vista sobre el bien y el mal".
"Quería vivir. Pero también quería poder mirar a los ojos de sus futuros hijos y decirles que hizo todo lo posible por defender a su país", subrayó Krilova.
Contar la historia de su vida
Para atraer a los espectadores, Krilova ha intentado que el mural sea lo más "vivo" e interactivo posible.
Varios códigos QR dirigen al sitio web sobre la vida de Jristenko, así como a la microfinanciación colectiva lanzada para los "Azov's Angels", una unidad que atiende a soldados heridos y a las familias de los fallecidos.
Cuando se escanea otro código, el mural cobra vida en un impresionante despliegue. Las llamas danzan por la pantalla del teléfono inteligente de Krilova mientras se recrea una representación artística de una ceremonia funeraria de inspiración vikinga y la voz de su hijo recita un verso patriótico ucraniano.
El mural también incluye otros elementos importantes para Jristenko y que reflejan sus valores, como la pintura del "Valhalla Express", un vehículo de evacuación médica o las redes de camuflaje, que han salvado a innumerables soldados de ser avistados por el enemigo y que la propia Krilova ayuda a tejer.
Seguir el ejemplo de los caídos
Otros dos murales se extienden por las fachadas de edificios residenciales cercanos.
Uno está dedicado a un poeta, Yuri Ruf, y el segundo, a Taras Bereziuk, un profesor de historia. Ambos crecieron en este distrito y murieron en combate tras presentarse voluntarios para convertirse en soldados.
También está previsto que aparezcan más murales, según Krilova.
"Hago un llamamiento a las familias para que reúnan fuerzas y creen este tipo de monumentos conmemorativos. La gente tiene que ver a nuestros héroes y seguir su ejemplo", subrayó Krilova.
"Las palabras que le dijo su hijo cuando, en el último cumpleaños del joven, ella le deseó "paz" entre otras cosas, también están ahí: "No necesitamos la paz. Ya tuvimos paz, pero no condujo a nada. Necesitamos una victoria".
Si ahora se firma una paz inconclusa y Rusia sigue amenazando la existencia de Ucrania, significaría una traición a los valores por los que su hijo y otros como él dieron la vida, concluyó Krilova.
(EFE)
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