Especialistas conversaron en el programa ‘Sin Vueltas’ sobre las problemática de la delincuencia desde la perspectiva de la antropología y la psiquiatría.
Seguridad
Escucha a los especialistas que hablaron en 'Sin Vueltas' sobre la delincuencia y cómo puede afectar a los jóvenes.
Un problema estructural y de relaciones interpersonales. El programa Sin Vueltas de RPP Noticias reunió a especialistas que comentaron el problema de la delincuencia en el Perú, tema que ha vuelto golpear al Perú tras la muerte de la joven universitaria Deysi Vega luego de quedar parapléjica como consecuencia de un asalto del que fue víctima en Comas y tras la muerte de un joven durante una gresca entre barristas.
El antropólogo Raúl Castro y el psicólogo Rolando Pomalima compartieron sus perspectivas sobre qué genera la delincuencia y sobre cómo actuar, desde la sociedad y desde la familia, para evitar que los jóvenes caigan en ella.
Problema estructural
Castro dio dos explicaciones para la delincuencia en el Perú. La primera, según dijo, es estructural, ya que los niveles de violencia social que se viven en la ciudad son muy altos y “hay poblaciones amplias que no acceden a servicios básicos, a educación básica y consecuentemente, tampoco a empleo adecuado”.
“Viven en la marginalidad, lo que hace que se inicien en una carrera delictiva”, explicó. “La perspectiva de algunos chicos de salir adelante en la vida tiene que ver con hacerse una carrera en el mundo marginal. Ese es un gravísimo problema, son semilleros de delincuencia”. El otro motivo, señaló Castro, es el “estrés urbano”
“Podemos incurrir en días de furia, normalmente por problemas como el tráfico, por el grado de violencia que hay en las relaciones interpersonales en la calle”, explicó. Un detalle que contribuye a esto, según el antropólogo, es que Lima es una ciudad con alto número de vigilante privados, algo poco común. “La presencia de los llamados ‘guachimanes’ es en muy alta, lo que suele tender a relaciones un poco arbitrarias porque no son fuerzas del orden profesionales”.
En el caso de los jóvenes, Castro explicó, desde la perspectiva de las ciencias sociales, que la adolescencia en una etapa en “la que se considera que la muerte está lejos”, lo que lleva a tomar conductas impulsivas. “El adolescente empieza a pensar que es omnipotente, con mucha fuerza y potencias”.
“Está en una etapa de aprendizaje y se inicia en muchas cosas”, señaló el antropólogo. “En ese escenario, es muy impetuoso en términos d socialización, se busca que sea una persona con actos de heroísmo, con cierta omnipotencia. Hay un componente, desde el punto de vista social y cultural, que propicia estas actitudes”.
Desde las ciencias sociales, existe esta edad en la que se considera que la muerte está lejos. El adolescente empieza a pensar que es omnipotente, con mucha fuerza y potencias. Además está en una etapa de aprendizaje y se inicia en muchas cosas. En ese escenario, es muy impetuoso en términos d socialización, se busca que sea una persona con actos de heroísmo, con cierta omnipotencia. Hay un componente, desde el punto de vista social y cultural, que propicia estas actitudes.
La importancia del entorno
El médico psiquiatra Rolando Pomalima, por su parte, señaló que la adolescencia es una etapa en la que las personas tienden a ser susceptibles a impulsos por su nivel de madurez cerebral. “La inmadurez cerebral se da desde el nacimiento y todos vamos progresivamente diferentes áreas que nos van a permitir controlar nuestras conductas”
Según explicó el especialista, se puede hablar hasta tres tipos de cerebro: el cerebro reptiliano, vinculado a los impulsos; el cerebro mamífero, vinculado a los afectos; y el cerebro racional, el más desarrollado de los tres.
“Estas etapas de desarrollo se dan lo largo de la vida, pero en la etapa de la adolescencia todavía está inmaduro, sobre todo, la parte del del control del impulso”, explicó. “[Los adolescentes] pueden estar predestinados a no tener mayor control sobre sus impulsos.
Ante esta vulnerabilidad, agregó Pomalima, el entorno del adolescente es una “cuestión básica y fundamental”. “Puede haber una predisposición, pero lo fundamental es el entorno. Si tengo una semilla de maíz y la pongo sobre un escritorio, tiene el potencial genético de germinar pero no va a hacerlo en este entorno. Sin embargo, si la pongo en la tierra y abono, sí lo hará”
“Dentro del entorno, hay que tener presentes las tendencias de las relaciones interpersonales, que están desde antes del nacimiento del niño. Es lo que llamamos realciones vinculares, los apegos seguro”. Un entorno o apego seguro, explicó, lo protege, permite el desarrollo cerebral del niño, el control de sus impulsos y el desarrollo de sus habilidades innatas. “Sin embargo, con las tendencias de los apegos inseguros o desorganizados, en familias destructaradas, que no ponen límites, vamos a tener problemas”, advirtió.
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