Una de las costumbres es cantar los versos de carnaval en quechua y visitar casa por casa con los instrumentos típicos.
El carnaval tiene una serie de manifestaciones y expresiones por la diversidad cultural que existe, en la región Cajamarca, el carnaval se vive de manera especial, por ello esta ciudad es conocida como Capital del Carnaval Peruano, pues participa toda la población y esto la convierte en un potencial turístico.
Sin embargo, de alguna u otra manera se conoce cómo se vive el carnaval en Cajamarca, pero en esta ocasión contaremos cómo se vive esta festividad en el distrito de Chetilla, cuna del idioma Quecha.
Dolores Ayay, presidente de la Organización Nacional de las Comunidades Indígenas Aymaras Amazónicas de la región Cajamarca, nos cuenta que en Chetilla no se usa agua en carnaval, algo extrañado la miro y entendiendo mi extrañeza, me dice: “en Chetilla se estila bailar y cantar las coplas carnestolendas pero en el idioma quechua”.
Sobre las coplas, Dolores Ayay comenta que son inspiradas en temas de la naturaleza, los chetillanos van de casa en casa cantando y tocando los instrumentos típicos como la antara, caja y flauta, al igual que el clarín, aunque en estos tiempos se acopló la guitarra.
Cuando se visita a los vecinos, los carnavaleros son recibidos con chicha de jora y comida, pero en estos casos existe una característica, y es que el carnavalero debe acabar la chicha y la comida que se le brinda o de caso contrario, los propietarios de la casa, se enojan, pues no debe quedar nada sobre la mesa.
El carnaval en Cajamarca se inicia un sábado, de acuerdo a la programación establecida por los organizadores, y en el distrito de Chetillla el carnaval se inicia el día domingo, donde hombres y mujeres, montados sobre un caballo, burro o en cuadrillas entonan el carnaval en quechua, pero siempre con bastante respeto, siempre acompañados de los instrumentos típicos.
Uno de los personajes característicos es el Warme Tuco, hombre que se viste de mujer y es la alegría del grupo, pues salta, baila y canta, a cambio de comida y un poco de chicha de jora.
Por: Luis Asencio
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