Silvia Pérez, esposa del desaparecido mayor PNP Felipe Bazán en el 'Baguazo' de Amazonas, contó a RPP Noticias cómo, ante la imposibilidad de hospitalizar a su papá, de 78 años, tuvo que conectarlo a un balón de oxígeno y cuidarlo hasta vencer el nuevo coronavirus.
Silvia Pérez afronta una pérdida hace once años: su esposo, el mayor PNP Felipe Bazán, permanece desaparecido desde el 5 de junio de 2009, año en que ocurrió el 'Baguazo', en la región Amazonas. Y ahora, en plena pandemia por el nuevo coronavirus, se enfrentó a otra dura batalla que ha logrado vencer gracias a su esfuerzo y oración: salvó a su padre de la COVID-19.
Enfermera de profesión, como le sucede a gran parte del personal de salud en el Perú, Silvia contó que se contagió de la COVID-19 y pudo recuperarse luego de varias semanas. Sin embargo, esto trajo como consecuencia que su padre, un adulto mayor de 78 años, también afronte la enfermedad con el peligro de estar en el grupo de mayor riesgo por su avanzada edad.
"Para mí fue muy duro lo de mi padre porque yo, al ver que tenía saturómetro, le controlaba sus saturaciones (inflamación del pulmón que impide el paso del oxigeno). Tuvo 92, 90, 88 y cuando empezó a saturar 88 me dijeron que lo lleve a al hospital", contó al doctor Elmer Huerta, en el programa Todo sobre el coronavirus de RPP Noticias.
Silvia relató que, en un inicio, llevó a su padre al Hospital Belén de Chiclayo; sin embargo, luego de buscar su hospitalización, se le dijo que no había camas disponibles en UCI y que la ventilación mecánica para su progenitor debería ser inmediata. Sin embargo, la estadística que le dieron no era favorable: de 10 adultos mayores hospitalizados, ocho no sobreviven. Eso fue el domingo 19 de abril.
No supo qué hacer pero, una vez vencido el miedo, optó por llevar a su padre a su vivienda. Ahí, y con la ayuda y asesoramiento de varios de sus colegas y familiares, logró conectarlo a un balón de oxígeno y aplicarle un tratamiento.
"Me recomendaron una ampolla subcutánea por día, aparte de vitamina C, hidrocortisona endovenosa, azitromicina, entre otros medicamentos que le coloqué en mi casa, junto al oxígeno", recuerda.
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Silvia Pérez pudo atender oportunamente a su padre porque no existía escasez de oxígeno.
Silvia relató que, luego de un tiempo, el tratamiento tuvo éxito y su padre pudo recuperarse. A la fecha, mes y medio después, está de pie y poco a poco vuelve a la normalidad.
"Mi padre, gracias a Dios, ya está recuperado. Satura 96-97, está caminando, comiendo. Claro que, después que pasó la etapa crítica, le vino una ansiedad o depresión, sentía que el cuerpo se le desvanecía, quedó con temor. Pero ya le hemos dado su tratamiento con ansiolíticos para que pueda dormir y ahora está comiendo bien y camina", cuenta.
Silvia asegura que no solo la medicina curó a su padre, sino también su fe. "Atendimos a mi papá acá en mi casa pero con la incertidumbre de que no sabíamos si esto iba a salir bien o no. No estábamos solos, la ayuda de Dios, la oración, también nos ayudó muchísimo. Creo que todo fue un conjunto de la medicación y la oración lo que salvó a mi padre", comenta.
Testimonios como el de Silvia Pérez no solo dan una luz de esperanza a los familiares que tienen a pacientes con COVID-19 en casa, sino que también son muestra del valor para sobrellevar una grave enfermedad de la mejor manera y con un asesoramiento adecuado sobre todo en estos días, cuando el sistema de salud muestra su colapso.
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