A otras generaciones les tocó sobrevivir al terrorismo, a la hiperinflación, a terremotos y grandes desastres naturales guerras y hambrunas. A nosotros nos está tocando hacer frente a un enemigo invisible.
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En espera de nuevas medidas para hacer frente a la COVID-19 y en ausencia de un calendario de vacunación, nos hallamos personal y colectivamente desafiados. El riesgo de contagiarnos y de contagiar parece más elevado que nunca, y es tanto más peligroso que no podemos contar con ayuda hospitalaria adecuada. Es en momentos como los que estamos viviendo que debemos hallar fuerzas en nosotros mismos, fuerzas de salud, de amor a la vida, de resistencia a la adversidad y de voluntad de dar a nuestros hijos un ejemplo inspirador.
A otras generaciones les tocó sobrevivir al terrorismo, a la hiperinflación, a terremotos y grandes desastres naturales, guerras, hambrunas y pestes. A nosotros nos está tocando hacer frente a un enemigo invisible, cuyo comportamiento aprendemos a descifrar a partir de informaciones científicas que nos llegan principalmente del extranjero.
Para que tantas muertes no hayan sido en vano, nos corresponde el sacrificio de parte de nuestras libertades y la disciplina de adaptarnos a la mascarilla y la distancia social. Por supuesto que nos resulta chocante no poder expresar nuestro afecto con abrazos, o renunciar a una fiesta patronal, a un velorio, a un almuerzo familiar o al domingo en la playa. Pero más chocante sería vernos condenados a morir o ver morir a nuestros seres queridos, pese a las advertencias que hoy nadie puede ignorar.
Aunque nos cueste trabajo, es tiempo también de pensar cómo será nuestra vida cuando se haya estabilizado la pandemia y podamos recuperar buena parte de nuestra normalidad. Por eso es oportuno que Rolando Arellano haya publicado una plaqueta bajo el nombre de Perú: el país más empresario del mundo. El presidente de Arellano Consultores afirma que somos el país con más empresas por número de habitantes: una empresa por cada 14 ciudadanos, contra 18 en Chile, 22 en Estados Unidos, 32 en China y 33 en Colombia. Arellano, psicólogo y experto en estudios de mercado, sostiene que “existe un gran deseo de los peruanos de procurarse su propio bienestar”, y por eso, “más que darles dinero o bienes, resultará más eficiente darles facilidades para que sus empresas generen trabajo, bienes y servicios”. Arellano pide que los políticos comprendan que “empresa privada” no solo designa a las grandes empresas, sino que se refiere sobre todo a los logros de millones de peruanos “propietarios de sus pequeños medios de producción, dispuestos a defender su libertad de emprendimiento”.
En el mejor de los escenarios, las elecciones no solo deben conducirnos a la instalación de nuevas autoridades, sino también a la forja de un nuevo consenso que nos permita salir de la pandemia con lecciones aprendidas. Sobre todo una: lo fácil que es perder no solo la vida, sino también los indicadores de bienestar que tendemos a creer adquiridos para siempre. Por eso es bueno que el Ministerio de Economía y Finanzas haya decidido modificar la norma que obligaba a los bancos a informar a la SUNAT sobre todo movimiento superior a los 10,000 soles. El ministro Waldo Mendoza ha anticipado que el monto será elevado a 30,800 soles. También parece sensato que la obligación de informar a la SUNAT pase a ser semestral, y no mensual como se había establecido inicialmente. El ministro ha anunciado también un alza del Impuesto selectivo al consumo de la cerveza y los cigarros. El objetivo es compensar “las externalidades negativas” que ambos productos tienen frente a la salud. Es bueno que las alzas de impuestos contribuyan con las exigencias sanitarias, a las que somos cada vez más sensibles. Pero sería mejor que los contribuyentes podamos constatar más eficiencia en el empleo de la recaudación y menos controles innecesarios.
Las cosas como son
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