La mayoría de estos equipos no tienen la potencia suficiente para esterilizar superficies en tiempos cortos o con una sola aplicación. Asimismo, podría generar quemaduras.
Las personas que usan esterilizadores portátiles y lámparas de luz ultravioleta de tipo C (UV-C), para evitar la propagación de la COVID-19, corren alto riesgo de sufrir quemaduras si es que no toman medidas de precaución, así lo señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El organismo señala que la radiación UV puede irritar la piel y dañar los ojos. La exposición directa por unos minutos a la radiación es capaz de provocar similar daño al que produce el sol en la piel de los bañistas, cuando pasan muchas horas en la playa.
El ingeniero sanitario Samuel Guzmán Prado, director técnico de Coronabusters, explica que la luz UV-C es considerada una radiación electromagnética muy energética y que su mal uso es peligroso. “No la recibimos en la tierra de manera natural porque la capa de ozono nos protege de ella. Además del daño a la piel, si la miramos directamente, puede afectar nuestros ojos”.
Agrega que algunos de estos equipos no tienen la potencia suficiente para esterilizar un ambiente u objeto en tiempos cortos o con una sola aplicación. La radiación debe aplicarse de forma directa a las superficies, sin obstrucciones y por todos sus lados. Pruebas realizadas con un luxómetro UV-C revelaron que estos artefactos, según su potencia, pueden funcionar para algunos virus, pero no para el SARS-CoV-2.
En el ámbito internacional, la falta de efectividad y el peligro causado por el mal uso de estos artefactos son difundidos por la Internacional Ultraviolet Association (IUVA) y la Illuminating Engineering Society (IES). En el Perú, Coronabusters y UVC System elaboran un estudio de seguridad en el uso de la tecnología UV-C, que también contará con el apoyo de una importante universidad pública peruana.
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