Del 19 al 23 de febrero, cientos de parejas despliegan su destreza a través del zapateo, y evocan la fecundidad agrícola del mundo andino.
Angel Lázaro es bajito y siempre viste un pantalón sastre y camisa. Jamás se pierde una fiesta de huaylarsh, celebrada cada año en las plazas de los principales distritos del sur de la provincia de Huancayo, es decir en los distritos de Sapallanga, Viques, Huayucachi, Pucará, sin contar a toda la zona del Canipaco.
Dice que empezó a bailar cuando una noche lluviosa, hace más de treinta años, se topó con un duende vestido a la usanza huanca, de quien aprendió los mejores pasos de baile que hoy caracterizan a su asociación de danzantes. Es por esta mítica anécdota que sus contemporáneos lo bautizaron con el apodo de "Duende", que él lleva con cierta jactancia.
El huaylarsh se inicia el domingo de carnavales, época de abundante lluvia que asegura la buena producción agrícola. Entonces, con el reverdecer del pasto se anuncia el nacimiento de un ganado vigoroso y fecundo. Precisamente, esta danza evoca la fertilidad agropecuaria y los períodos de siembra, cultivo y cosecha.
“Con la imposición de los sistemas económicos feudales y capitalistas se diversificaron los centros poblados y el empleo social, por lo cual esta danza se ha enriquecido en géneros y modalidades”, nos dice José Oregón Morales, uno de los más reconocidos folcloristas de la región Junín. Para él, el huaylarsh se clasifica en “primigenio”, “de fecundidad” y “rural-colonial”.
Cada año, Ángel Lázaro estrena un nuevo “Asha Kalzun”, un pantalón negro de bayeta con una abertura de forro blanco en cada botapie que manda a confeccionar con meses de anticipación.
Completa su vestimenta con el “Watraku”, una faja multicolor, camisa blanca y chaleco bordado, un pañuelo rojo alrededor del cuello y el “Chuku”, un pintoresco sombrero de lana de oveja. Vestido así, y con la asociación de danzantes que encabeza, engrosa las más de 40 asociaciones que se estima hay en todo el Valle del Mantaro.
La mayoría de danzantes participan de estas festividades por diversión pese a los tentadores premios que ofrecen las municipalidades a los ganadores de cada concurso. Ese es el ánimo con el que baila José Torres, otro de los cultores de esta danza, que ha competido decenas de veces y, en ocasiones, ha obtenido reconocimientos.
“Son los jóvenes quienes se alzan como el estandarte social a través de danzas de cortejo y competencia”, añade Oregón Morales.
El huaylarsh, por eso, es la mejor evidencia del vínculo entre la naturaleza y la sociedad, caracterizada por ser una danza que emana alegría y vigor. Además, es un buen motivo para los ganaderos de diversas provincias para aprovechar este contexto y realizar su tradicional herranza o marca de ganado.
Por: Lizzet Paz
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