Un gran número de familias acudieron a los cementerios para rendir homenaje a sus difuntos en el día de Todos los Santos. Diferentes platos típicos se prepararon para honrar la memoria de los difuntos.
En el día de Todos los Santos, las familias de las diferentes regiones del país acudieron a los cementerios para honrar a sus difuntos con ofrendas florales, música y comida.
Las tradiciones son similares en cada región; sin embargo, desarrollan diferentes actividades como en el Cusco, donde se realizó el festival de la Tanta Wawa, un pan típico que no puede faltar en la mesa que se prepara para recordar a los familiares que ya partieron.
En Iquitos, una gran cantidad de visitantes acudieron al Cementerio San Miguel Arcángel (ex general) cuya administración está a cargo de la Beneficencia Pública de esta ciudad. Este cementerio destaca por tener singulares tumbas, entre ellas un nicho en forma de barco y casas.
Una ancestral costumbre se realizó en la localidad de Mórrope en Lambayeque. Se trata de la escena de las “lloronas”, mujeres que cantaban en los duelos y antes del entierro de los difuntos.
Comida y música para los difuntos
En Cajamarca, la mesa para los difuntos debe tener los famosos bollos (muñecos de harina en forma de niños). No pueden faltar los carneritos, de harina o azúcar, fruta, postres, e incluso el licor favorito del difunto.
Cerca de la media noche, las familias de esta región colocan velas alrededor de la comida, y se lo deja hasta el día siguiente, pues no debe estar nadie para que las “almitas” puedan acercarse a este suculento banquete.
Al día siguiente, los adultos no permiten que los niños toquen algo del banquete, pues para hacer eso, primero se debe rezar por lo menos un Padre Nuestro y un Ave María, con la finalidad de santificar los alimentos.
Similar tradición se realiza en Huancayo, donde las familias preparan diferentes platos típicos para recibir a sus seres queridos que dejaron este mundo. En la mesa no falta la Pachamanca y otros alimentos, como el lechón, el mondongo, frutas y postres.
En esta ciudad, las familias que no tienen recursos para elaborar los platos para la mesada, van a las casas de las familias pudientes para ayudarlos a rezar en favor de los difuntos y a cambio, esas familias les entregan panes artesanales y potajes.
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