En el marco del Día Internacional contra el Bullying (2 de mayo), una mirada a la violencia persistente que marca la niñez y desafía a toda la comunidad educativa.
Puede empezar con una mirada despectiva, una burla aparentemente inofensiva, un empujón en el recreo. El bullying escolar se manifiesta muchas veces en gestos que pasan desapercibidos por los adultos, pero que tienen efectos profundos y duraderos en niñas, niños y adolescentes. No hay siempre testigos formales, pero todos lo ven. Y aunque muchos callan, todos lo saben.
El acoso escolar —una de las formas de violencia más normalizadas y persistentes en las aulas— se caracteriza por tres elementos clave: se sostiene en el tiempo, hay un desequilibrio de poder entre quien agrede y quien es agredido, y existe una intención deliberada de causar daño. En la práctica, se convierte en una herida que no se ve, pero que muchas veces no deja de doler.
En el 2024, el Ministerio de Educación recibió 19 642 reportes de violencia escolar. De ellos, más de 10 700 corresponden a violencia entre escolares. Lima Metropolitana encabeza las denuncias con 6 925 casos, seguida por Arequipa, Callao, Piura y Áncash. Sin embargo, los números solo revelan una parte del problema: muchos casos no se denuncian. El miedo, la vergüenza o la desconfianza en las figuras adultas mantienen en silencio a cientos de estudiantes.
El bullying no solo afecta a las víctimas. También impacta a quienes lo ejercen —que en muchos casos replican entornos familiares violentos— y a quienes presencian los hechos, muchas veces paralizados por el miedo o la confusión. Por eso, abordar el problema requiere una intervención integral que incluya a los tres grupos: víctimas, agresores y testigos.
Distintas instituciones sociales, como la organización cristiana de desarrollo humanitario World Vision, trabajan con escuelas y comunidades en estrategias preventivas para promover la convivencia y frenar la violencia desde sus raíces. Estas incluyen sesiones lúdicas para fomentar la empatía entre estudiantes, espacios de diálogo donde los niños y niñas pueden expresar sus emociones y resolver conflictos de manera no violenta, así como talleres para docentes, directores y familias que refuercen prácticas de crianza y enseñanza basadas en el respeto y el afecto.
“La transformación no es solo responsabilidad del colegio. Cuando un niño sufre bullying, todo su entorno ha fallado. Necesitamos reconstruir nuestras comunidades educativas sobre la base de la seguridad emocional, la escucha activa y el reconocimiento del otro”, señala Daniel Yépez, especialista en educación y convivencia escolar y coordinador nacional de educación de World Vision Perú.
En el marco del Día Internacional contra el Bullying, el 2 de mayo se realizarán diversas actividades para sensibilizar a la ciudadanía sobre la magnitud del problema. Una de ellas será una activación pública en el centro comercial Jockey Plaza, que buscará generar conciencia sobre la importancia de construir espacios escolares libres de violencia.
Las personas que presencien o sean víctimas de acoso escolar pueden denunciar de forma anónima y gratuita a través de la Línea SíseVe (0800-76888) o ingresando a www.siseve.pe.
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