En el último periodo, Yamila Osorio fue la única gobernadora regional electa.
En los últimos cuatro años, solo uno de 25 gobiernos regionales ha sido liderado por una mujer. Según el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), esta realidad empeorará durante los próximos cuatro años, pues en las últimas elecciones ninguna de las 32 mujeres que se postularon a las gobernaturas regionales fue electa.
En la actualidad, solo el 2% de las alcaldías a nivel nacional están a cargo de una mujer y a penas 29 de 130 congresistas son mujeres. Estas cifras muestran que hay una predominancia masculina, que aunque desconozca las particularidades y necesidades de las peruanas, decide sobre las políticas públicas que atenderán las demandas de ellas.
Para Pilar Tello, responsable del área de género para Latinoamérica en Idea Internacional, una de las razones de esta baja y hasta nula representación femenina se debe a que la ley de cuota de género en el Perú solo se aplica a cargos legislativos y no obliga a que las mujeres se encuentren en los primeros números de las listas.
“Se ha aprobado la cuota, todos los partidos la cumplen porque la oferta electoral para regidurías y gobiernos regionales es el 30%; si no, no se pueden inscribir. Sin embargo, en el gobierno regional, por ejemplo, se ponen a mujeres en lugares donde la posibilidad del partido para ser elegidas es menor”, explica.
En Perú, pese a que las mujeres representan más del 50% del electorado, el porcentaje de candidaturas de mujeres a cargos políticos siempre ha sido menor a la de los hombres. En las últimas elecciones, solo 182 de más de dos mil postulantes a las alcaldías provinciales fueron mujeres.
“El llamado es a las organizaciones políticas, porque son ellos los que dan la oferta electoral a la ciudadanía y si no ofrecen candidaturas de mujeres, lamentablemente, no van a ser elegidas”, señala Juana Nina, coordinadora del Programa para la Igualdad Política del Jurado Nacional de Elecciones.
Tal como señala Nina, el gran problema de que las mujeres no estén representadas es que se construye un país con una sola visión de desarrollo y futuro, sin tener en cuenta las necesidades y demandas de la mitad de su población.
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