El 12 de abril de 1671, Isabel Flores de Oliva fue declarada como "Santa Rosa de Lima" por el papa Clemente X tras oír argumentos sobre sus virtudes.
Isabel Flores de Oliva nació en Lima en 1586 y fue la primera mujer latinoamericana declarada como santa por la iglesia católica. Fue bautizada como Isabel, pero su madre -al ver que con el paso de los años su rostro se volvía sonrosado- la empezó a llamar como Rosa, en referencia a la flor.
Su vida como beata y llena de milagro era tal que antes de ser canonizada, fue proclamada como patrona del Perú Nuevo Mundo y de Filipinas. En 1671 papa Clemente X la nombró santa convirtiéndola en la primera santa mujer de América Latina. Sin embargo, antes de otorgarle tal cargo, el sumo pontífice tuvo que oír varios testimonios que lo justificaran.
Cuenta la leyenda que el milagro más conocido y que motivó para que la nombraran como santa fue que Clemente X, asombrado por oír todas las historias de Isabel Flores, reclamó: “¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva flores sobre mi escritorio si es verdad”. Al instante, una fragante lluvia de rosas cayó sobre la mesa del papa quien así aprobó su canonización.
Historia de fe. Santa Rosa fue laica y no religiosa, una terciaria en la orden de Santo Domingo. Es decir, una mujer que se vestía con túnica blanca y manto negro. Llevaba una vida consagrada a Dios, pero en su propia casa. Ella buscó imitar a la más famosa terciaria dominica: Santa Catalina de Siena.
Año a año muchas personas llegan al santuario de Santa Rosa de Lima, que está situado en el Centro Histórico de la capital. El recinto está conformado por una iglesia y un convento, los cuales fueron construidos en los siglos XVII y XVIII junto a la casa donde vivió Isabel Flores de Oliva. La santa vivió e inició sus curaciones milagrosas en este santuario, ubicado en la primera cuadra de la avenida Tacna, en el Centro de Lima.
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