El sufrimiento puede ser causado por problemas de salud, por la falta de recursos para ofrecer a la familia una vida digna y por la decepción que causa ver despreciados los valores que uno hace propios.
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El Papa Francisco ha mostrado tanta determinación para visitar Irak como la que mostró en 1985 su predecesor Juan Pablo II para visitar el Perú. En pleno auge del terrorismo maoísta, el Papa polaco desvirtuó las objeciones de sus consejeros con un argumento que tenía cierto componente de humor negro: “¿Saben ustedes cuál es el lugar más peligroso del mundo? La Plaza San Pedro de Roma. Ahí recibí un balazo que no me mató por milagro”. Juan Pablo II visitó incluso Ayacucho y pronunció ahí un discurso visionario. Irak es el único país con referencias bíblicas que nunca ha sido visitado por un Papa. Tierra de la antigua Babilonia y de Nínive, Irak remite inevitablemente a Abraham, llamado el padre de la fe, quien nació en Ur, cerca del Golfo Pérsico, pero emigró con su familia hacia las costas del Mediterráneo, donde quedó asentado el pueblo hebreo y donde se consolidó el monoteísmo asumido por el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Su visita a Irak, en plena pandemia, constituye un respaldo a una de las comunidades cristianas más antiguas y más amenazadas del mundo. También se trata de la solidaridad con un país de mayoría chiita que en las últimas décadas ha vivido tres guerras cruentas, una larga dictadura y la violencia del fanatismo terrorista. Frente a esa realidad, Francisco ha reiterado el sentido de su misión: “Soy el pastor de personas que sufren”. Lo que no excluye a nadie porque el sufrimiento es inherente al paso del ser humano sobre la tierra.
El sufrimiento puede ser causado por problemas de salud, por la falta de recursos para ofrecer a la familia una vida digna y por la decepción que causa ver despreciados los valores que uno hace propios. Lo corporal, lo económico y lo moral se hallan entrelazados en el espectáculo que ofrece el mundo sometido a las consecuencias de la pandemia. El virus continúa segando vidas, el desempleo priva de ingresos a millones de personas y los valores morales son pisoteados por la mentira, el aprovechamiento personal y el desprecio a la vida de los demás.
La complejidad de la compra de las vacunas ha conducido a un inesperado incidente que opone el gobierno italiano a la empresa farmacéutica anglo-sueca Astra Zeneca. Según el Financial Times el gobierno de Mario Draghi ha ordenado que se impida zarpar a un barco que debía llevar 250,000 vacunas a Australia. Draghi, que hasta hace poco era el respetado presidente del Banco Central Europeo, ha tomado la decisión como reacción ante el incumplimiento de Astra Zeneca, que redujo unilateralmente el volumen de dosis para la Unión Europea de 120 a 40 millones, perjudicando el plan de vacunación en los 27 países de la Unión. Aunque no se conocen aún todos los detalles, llegar al bloqueo de un barco con medicamentos revela que en materia de compra de vacunas las negociaciones son más complejas de lo que parece y que no todos respetan ni los contratos ni la palabra dada.
En víspera del fin de semana, es bueno buscar actividades que nos alivien del tedio de la cuarentena focalizada y prolongada. Los amantes del teatro pueden disfrutar la oferta del Festival de Artes Escénicas, que se inauguró ayer y que este año nos propone digitalmente una gran diversidad de obras. Algunas de ellas han sido escritas después de la pandemia y pueden considerarse una manera de poner en escena lo que todos vivimos, sin que, a veces, nos demos cuenta: la ficción nos ayuda a entrar a la realidad. Es el caso en particular del monólogo Varados, escrito por el actor y ex ministro Salvador del Solar, que será interpretado el sábado y el lunes por la actriz Norma Martínez.
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