Actividad es el preámbulo de los carnavales más prolongados y fastuosos del país que se extienden hasta el miércoles de ceniza.
La provincia de Juliaca (región Puno) vibró la Qashwa de San Sebastián o 'Carnaval Chico', declarada como patrimonio Cultural de la Nación por su rico y complejo contenido histórico a través de su tradición oral, música, organización festiva y coreografía, que constituye fuente de identidad.
La actividad inició con la salva de 21 camaretazos cerca de las cuatro de la mañana en el anfiteatro del apu tutelar Huaynarroque y el cerro Santa Cruz, liderada por los Machu Aychas y Chiñipilcos, emblemáticos personajes antagónicos entre sí.
Al amanecer, desde los cuatro puntos cardinales las comparsas de danzantes ascendieron a los cerros mencionados a ritmo de tokoros, pinkillos, tarolas, bombos y platillos, para luego flamear sus banderas y marcar cada grupo su territorio.
Previa ceremonia a la Pachamama, las agrupaciones de Machu Aychas y Chiñipilcos participaron junto a principales autoridades locales de la misa de fiesta en el templo matriz de Santa Catalina, para luego danzar alrededor de la plaza de Armas.
Esta danza de carácter guerrero agropastoril es resultado del sincretismo entre lo ancestral, histórico y algunos elementos religiosos integrados recientemente. En este último aspecto se observa que los alferados llevan en andas la imagen de San Sebastián.
Según algunos historiadores, la Qashwa de San Sebastián surge del triunfo de los collas sobre los lupacas y se acopla a la fiesta agrícola huchuy poqoy o pequeña cosecha. Por las características propias del carnaval, es tiempo de cortejo amoroso y formación de parejas.
Esta actividad es el preludio de los carnavales más fastuosos y prolongados del país, y la coincidir con el periodo de cuaresma se extenderá hasta el miércoles de ceniza.
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