En 2011 hubo una polémica en Chile sobre su supuesto efecto abortivo. Por su parte, Aministia Internacional afirma que estas armas no letales causan efectos ´irreversibles´.
"Brota en Perú la primera semilla de indignación" ha titulado un diario español una nota sobre las últimas manifestaciones en Lima y parte del país, emparentándola con las marchas de los "indignados" en otras partes del mundo.
Pero más allá de las razones de las protestas, se podría decir que hay otro elemento común que caracteriza a estas manifestaciones: el uso de gas lacrimógeno como arma represiva de parte de las fuerzas policiales.
La cobertura periodística de estos hechos suele mostrar, además de hombres y mujeres protestando, nubarrones de gases y gestos de irritación y ahogo en los rostros. Quien haya sentido el efecto de estos gases, sabe que el malestar es sumamente intenso.
Entonces, algunos se preguntan, si estos efectos son solo temporales o debido a sus compuestos químicos pueden traer secuelas mayores en el futuro.
¿Son los gases lacrimógenos abortivos?
En el 2011 se generó una polémica en Chile, sobre los efectos abortivos de los gases lacrimógenos. La escalada de protestas masivas en el país del sur y los consecuentes enfrentamientos entre carabineros y manifestantes, puso el tema en agenda.
Un toxicólogo de la facultad de medicina de la Universidad de Chile, había afirmado que según estudios, las bombas lacrimógenas que usan las fuerzas policiales para disuadir manifestaciones, llevan componentes químicos con un potencial efecto abortivo.
Ante esta afirmación el gobierno chileno, como medida preventiva, decidió suspender el uso de estas armas disuasivas, hasta que estudios médicos descarten sus eventuales efectos nocivos en la salud de las personas.
Aunque solo tres días después se restauró el uso de estos gases, tras el resultado de sus estudios, quedó el precedente de que dicho tema fue tomado en consideración por las autoridades del país sureño.
La opinión de Amnistía Internacional
En los años 60 una investigación del gobierno británico concluyó que el uso gas lacrimógeno no constituía un peligro para las embarazadas y tampoco para los ancianos.
Esta afirmación fue duramente criticada por Amnistía Internacional y Médicos por los Derechos Humanos, quienes sostienen que no se necesita ser mayor o estar en estado de gestación para sentir efectos "irreversibles" de estas armas no letales.
Indican, además, que entre las muertes más recientes atribuidas al uso de estos gases, figuran la del adolescente Ali al-Shiek Bahrain el año pasado y el palestino Mustafa Tamini a fines de 2011.
Un gran negocio
Según una investigación de la BBC, la industria del gas lacrimógeno, es una de las más prósperas en la actualidad. Esto a pesar de la crisis económica mundial, o mejor dicho, precisamente por eso. A más descontento, más disturbios que controlar.
Afirman que desde la llamada Primavera Árabe, "el mercado de seguridad interna en el Medio Oriente tuvo un incremento del 18% en su valor, rozando los 6.000 millones de euros en 2012".
Egipto y Túnez, por ejemplo, han aumentando sus compras de material antidisturbios a la vez que negocian préstamos con el Fondo Monetario Internacional.
Lo mismo sucede en Europa. El presupuesto del 2012 del gobierno de Mariano Rajoy en España, ha recortado partidas en casi todas las áreas excepto en la compra de material antidisturbios. Y en el 2013 han destinado para ese rubro tres millones de euros, a diferencia de los 173 mil del año pasado.
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