A la hora en que Mirtha Vásquez se esforzaba en elaborar un discurso destinado a inspirar confianza y evitar que se acentúe la polarización en que nos hemos acostumbrado a vivir, Pedro Castillo retomaba sus alabanzas al pueblo, productor según él, entre otras cosas, del gas de Camisea.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
A la hora en que la primera ministra exponía su política general ante el Congreso, el presidente Castillo improvisaba unas palabras ante pobladores de Bagua. Mirtha Vásquez se esforzó en elaborar un discurso de 27 páginas destinado a inspirar confianza y evitar que se acentúe la polarización en que nos hemos acostumbrado a vivir desde julio del 2016. Pedro Castillo, por su parte, retomó sus alabanzas al pueblo, productor según él, entre otras cosas, del gas de Camisea, que por eso mismo “debe ser expropiado o nacionalizado”.
Lo menos que se puede decir es que ambas intervenciones no estuvieron bien sincronizadas. En el mejor de los casos se trató de un puro producto del desorden, pero no hay que excluir que exprese una contradicción de fondo. Castillo no parece decidido a sacar las consecuencias políticas del nombramiento de alguien como Mirtha Vásquez que vive un poco menos en la mitología del pueblo y un poco más en la cruda realidad de las exigencias económicas y de la lucha por parcelas de poder.
Si alguien del Ejecutivo conoce los meandros del Congreso es Mirtha Vásquez, puesto que lo presidió durante nueve meses llenos de escaramuzas y emboscadas, que logró sortear pese a los esfuerzos de congresistas vacadores y políticos en fin de carrera. Para obtener la confianza tendrá que esperar no menos de diez días, tiempo de duelo por el fallecimiento del congresista Fernando Herrera y también tiempo de concluir las evaluaciones que Vásquez anunció a propósito del ministro del Interior.
En cualquier caso, gobernar le resultará más difícil que convencer a sus colegas. La prueba es la vaguedad de sus referencias a la inversión privada, a la lucha contra la corrupción y a las reformas institucionales. Quizás el espectro de Cerrón y su filípica contra la “centroderechización” flotaba sobre el Hemiciclo.
Las cosas como son
Comparte esta noticia