La jornada de protestas en Colombia confirma el descontento en nuestra región. La solución pasa por la reafirmación del pacto social, cuya expresión emblemática son los sistemas de protección social.
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El paro nacional que tuvo lugar ayer en Colombia confirma que en la mayoría de países de nuestra región existe un extendido descontento que es fruto de demandas insatisfechas de diversos sectores de la población. Las consignas más coreadas en Bogotá y otras ciudades expresan la exigencia de distribución de los beneficios del crecimiento económico. La baja popularidad del presidente Iván Duque es también expresión del temor al recorte de inversión pública en materia de educación, salud, pensiones, empleo juvenil y seguridad ciudadana. Un componente específicamente colombiano del malestar es el temor a que no se dé continuidad a la política de apaciguamiento de la violencia política que impulsó el expresidente Juan Manuel Santos, cuando decidió negociar con la guerrilla de las FARC. Un detalle aparentemente menor de la jornada merece ser destacado: la suspensión de la cuenta Twiter usada abundantemente por el también expresidente y actual senador Alvaro Uribe. La empresa Twiter ha hecho valer las reglas que deben ser cumplidas por los usuarios, entre ellas, el respeto a la privacidad en textos y fotos. Al parecer, Twiter había prevenido a Uribe que su cuenta sería suspendida si mantenía una foto que revelaba nombres y teléfonos celulares de personas involucradas con el Paro. El caso plantea un desafío nuevo a la libertad de expresión en el espacio digital y las redes sociales.
En el Perú, pese a las poco seguidas huelgas de médicos, maestros y trabajadores del Poder Judicial, el diálogo sigue prevaleciendo sobre la tentación siempre presente de la violencia. Los ciudadanos parecemos adaptamos lentamente a las nuevas circunstancias creadas por la disolución del Congreso y la perspectiva de elecciones congresales. El poder está en nuestras manos para escoger representantes capaces de vivir y hacer vivir los valores democráticos y renovar nuestro pacto social. Un componente emblemático de nuestro pacto social es desde hace ochenta años nuestro sistema de seguridad social, que hoy se llama EsSalud. Su presidenta, Fiorella Molinelli, ha venido recordando el déficit de personal y de infraestructura a la vez que insistiendo en las deudas de organizaciones privadas y públicas. En un artículo publicado en El Comercio, Molinelli menciona que el presupuesto de EsSalud proviene de 11 millones de trabajadores afiliados, así como de sus empleadores. Pero algunas leyes recientes, votadas por el Congreso disuelto, han generado distorsiones, limitando los ingresos de EsSalud. Molinelli recuerda que los hospitales de nuestro Sistema público de Seguridad son los únicos que aseguran la alta complejidad, como lo saben quienes han sufrido sofisticadas cirugías e incluso trasplantes de órganos como el corazón, el hígado y los riñones. Uno de los candidatos al Colegio Médico ha narrado su experiencia en un documento excepcional: El trasplantado. La presidenta de EsSalud es clara en su advertencia: Si todo sigue como está, “los gastos de EsSalud superarán los ingresos a partir del 2020”. Molinelli señala que “el Ejecutivo prepara tres decretos de urgencia para homologar los aportes, cobrar las deudas y mejorar las compras”.
En víspera de un sábado con grandes acontecimientos festivos en nuestra capital, debemos felicitarnos por el esfuerzo preventivo de la Policía para garantizar la seguridad en torno a eventos como un super-partido de fútbol, dos conciertos y una maratón nocturna en Costa Verde. Pero el éxito dependerá de la participación de la población: quienes puedan renunciar al automóvil privado que lo hagan, sobre todo en La Molina y las inmediaciones de las otras sedes.
Y para concluir con tono festivo, debemos felicitar a nuestra colega Melissa Barrenechea Arango por el premio periodístico conseguido por un artículo publicado en la página web de RPP. Barrenechea investigó una consecuencia del feminicidio, que a veces es ocultada por el horror del hecho mismo: los huérfanos de las mujeres asesinadas. El mejor periodismo nos hace asumir realidades duras, que la inercia de la vida tiende a invisibilizar. ¡Felicitaciones Melissa Barrenechea!
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