La doctora YungKyung Park, profesora de Ewha Womans University, explicó la manera en que las imágenes en alta definición en los televisores actuales pueden mejorar la calidad de vida y la visión, incluyendo las altas resoluciones a 8K.
La alta definición en pantallas es una realidad en 2020, y son muchos los paneles con los que interactuamos en distinta calidad y tamaño. Sin embargo, el reto de este mercado, que apunta a mejorar el realismo durante la reproducción de contenidos, es el límite que nuestros ojos tienen para percibir tanto detalle. En el CES 2020, Samsung nos invitó a una conferencia de la doctora YungKyung Park, doctora en Filosofía de la Universidad Ewha, quien destacó el rumbo que las investigaciones sobre la alta calidad en video deben seguir.
¿Qué tan relevante es el 8K para la calidad?
La profesora detalla que entre el 2K y el 4K, las mejoras se centran en la alta resolución y el detalle, aunque no son tan diferenciados entre ambos formatos. En la resolución 8K, sin embargo, aparece un tercer elemento: “la ilusión óptica”, que permite una reproducción con textura más cercana al 3D sin necesidad de accesorios.
“Cuando vemos, nos concentramos en los 50 grados, y la periferia se torna difusa”, dice la especialista. “Cuando vemos una imagen en 4K aun vemos cierto efecto difuso y un poco de detalle disperso, pero en 8K la masa resulta mucho más clara al ojo. Si bien no hay mucha diferencia, existe un poco de detalles más pronunciados en 8K”.
Una vez que podemos entender el comportamiento del ojo humano, podemos desarrollar tecnología que le permita al ojo reconocer sin esfuerzo las figuras: “podemos añadir más luces, suavidad, textura y sombras. Podemos hacer que esta imagen sea mucho más 3D, añadiendo capas descendentes de color y añadiendo la densidad en píxeles. A cada uno de estos pixeles aplicamos el mismo principio”, señala Park.
El estudio desarrollado por la especialista se basó en grupos de personas sometidos a imágenes en dos paneles distintos, y respondiendo consultas sobre las pantallas más coloridas, brillantes y otras condiciones que mejoran la calidad.
“Las imágenes que seleccionamos no estaban diseñadas para 4K. Casi siempre usábamos esa resolución para los paisajes, pero en tomas cercanas usábamos otros tamaños. Sin embargo, hay varios procesos internos que ocurren en las personas al reconocer imágenes y generar juicios de valor: la alta resolución permitió que la sensación de calidad, 3D, espacio, realismo, temperatura y otros parámetros fuera mejor valorada”.
Además de la ilusión óptica que impacta al usuario, la interpretación óptica mejora con pantallas de más detalle y dimensión, especialmente en la percepción del contraste y la textura de las imágenes. Grandes pantallas, en pocas palabras, nos llevan necesariamente a la realidad. Park menciona que “puedes tener gran resolución en monitores pequeños, pero afecta la percepción de realidad”.
La siguiente etapa de esto apunta al hiperrealismo, y la generación 8K se apoya en eso. No solo se trata de mostrar detalles y contraste, sino imágenes hiperrealistas. “El hiperrealismo apunta a ir más allá de los límites de la visión. No existe límites para lo que un panel pueda presentar, porque siempre nos vamos a seguir moviendo hacia resoluciones más altas”, concluye Park.
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