Investigadores han descubierto una nueva clase de supernova, más brillante que las de tipo de Ia, aquellas que se producen por la violenta explosión de una enana blanca.
Científicos del Caltech de California han descubierto una nueva clase de supernova, más brillante que las de tipo de Ia, aquellas que se producen por la violenta explosión de una enana blanca, según detalla un estudio publicado en el ultimo número de la revista Nature.
La radiación electromagnética observada en todas las supernovas conocidas hasta ahora se explica a partir de tres fenómenos: la radiactividad emitida por elementos recién sintetizados -habitualmente níquel-, el calor liberado por la explosión y la interacción entre los desechos de la estrella y su entorno, rico en hidrógeno.
El astrónomo Robert Quimby y su equipo observaron, sin embargo, una nueva clase de supernova luminosa cuyas propiedades.Estas supernovas, a diferencia de las conocidas, no muestran trazas de hidrógeno y emiten un flujo significativo de luz ultravioleta durante largos periodos de tiempo.
Precisamente esa luz ultravioleta, que ilumina el entorno de la supernova, permitirá a los científicos investigar regiones del espacio muy distantes, donde tiene lugar la formación estelar, así como galaxias primitivas.
Los científicos de la Universidad de Estocolmo describen, a partir de imágenes del telescopio Hubble, cómo las supernovas emiten una "segunda ola" de luminosidad, después de su explosión, cuya fuente de energía son los rayos-X.
Tras el estallido de una estrella masiva, la radioactividad de los elementos producidos durante la explosión provoca que el material eyectado emita una luz que se va apagando de forma progresiva.En una fase posterior, la luminosidad de los restos de la supernova se debe a la interacción entre los restos de la explosión y el entorno estelar.
La transición entre ambas fases no había sido observada en detalle hasta ahora, cuando el equipo liderado por Josefin Larsson estudió imágenes tomadas durante 17 años de la supernova cercana SN 1987A.
Los científicos observaron un aumento de la luminosidad de los restos de la supernova a partir de 2001, lo que han atribuido al calor producido por los rayos-X que se generan debido a la interacción entre el material expulsado y el entorno de la estrella. EFE
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