Investigadores australianos indicaron que hay personas que pierden ese sabor porque la consumen demasiado y el cuerpo se adapta al alto contenido en grasa.
El paladar del ser humano es capaz de identificar en los alimentos el gusto a grasa, que se convertiría así en el "sexto sabor", según un estudio publicado hoy en Australia.
"Hemos concluido que hay un sexto sabor además de ácido, amargo, dulce, salado y umami (similar al agridulce y presente en salsas de la cocina oriental)", afirmó Russell Keast, profesor de la Universidad de Deakin en Melburne y jefe de los investigadores.
Keast explicó que su equipo analizó a 50 sujetos para determinar su capacidad de detectar contenidos grasos en distintos tipos de comida, aunque algunos necesitaron una concentración mayor que otros.
Los científicos también pudieron demostrar que esa destreza está unida a su peso y porcentaje corporal de grasa.
"Aquellos sujetos con contenidos bajos, o delgadas, son más sensibles a la grasa, mientras los obesos tienen más problemas para detectarla en los alimentos", indicó Keast.
Su hipótesis es que algunas personas pierden su sensibilidad a la grasa cuando consumen demasiada porque el cuerpo se adapta al alto contenido en grasa de la dieta.
Esto es cada vez más frecuente por los hábitos alimentarios de la sociedad moderna, más sedentaria y volcada en la comida rápida en vez de alimentos sanos y una dieta equilibrada.
Keats señaló que el descubrimiento permitirá conocer por qué el organismo reacciona de formas distintas al ingerir grasa y si es posible imitar su sabor para "engañar" al cuerpo y ayudar a adelgazar, "puesto que a todos nos gusta la comida grasienta".
EFE
"Hemos concluido que hay un sexto sabor además de ácido, amargo, dulce, salado y umami (similar al agridulce y presente en salsas de la cocina oriental)", afirmó Russell Keast, profesor de la Universidad de Deakin en Melburne y jefe de los investigadores.
Keast explicó que su equipo analizó a 50 sujetos para determinar su capacidad de detectar contenidos grasos en distintos tipos de comida, aunque algunos necesitaron una concentración mayor que otros.
Los científicos también pudieron demostrar que esa destreza está unida a su peso y porcentaje corporal de grasa.
"Aquellos sujetos con contenidos bajos, o delgadas, son más sensibles a la grasa, mientras los obesos tienen más problemas para detectarla en los alimentos", indicó Keast.
Su hipótesis es que algunas personas pierden su sensibilidad a la grasa cuando consumen demasiada porque el cuerpo se adapta al alto contenido en grasa de la dieta.
Esto es cada vez más frecuente por los hábitos alimentarios de la sociedad moderna, más sedentaria y volcada en la comida rápida en vez de alimentos sanos y una dieta equilibrada.
Keats señaló que el descubrimiento permitirá conocer por qué el organismo reacciona de formas distintas al ingerir grasa y si es posible imitar su sabor para "engañar" al cuerpo y ayudar a adelgazar, "puesto que a todos nos gusta la comida grasienta".
EFE
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