La población del gigante escualo está aumentando paulatinamente en Filipinas, donde la caza ilegal lo había puesto al borde de la extinción.
El tiburón ballena, un pacífico y gigantesco escualo en peligro de extinción, está resurgiendo en Filipinas gracias a proyectos que conciencian a la población sobre la conservación de las especies marinas.
Después del éxito de los programas de recuperación en la región oriental de Bicol, varios ejemplares de esta especie han sido avistados más al sur, concretamente en la isla de Bantayan en el Mar de Visayas, una de las zonas con mayor concentración de especies marinas del mundo.
"Algunos pescadores han visto recientemente tiburones ballena cerca de Bantayan, estamos documentando estos avistamientos", afirma Bonar Laureto, director de la organización ecologista local Batis Kalikasan.
El animal, acostumbrado a vivir sin enemigos debido a su tamaño, es tan dócil que con frecuencia termina convertido en la sopa que se obtiene de sus aletas y se sirve como manjar de lujo en los restaurantes de Hong Kong o Taiwán, aunque su pesca está prohibida en Filipinas.
Los programas de recuperación han reducido las capturas ilegales y ahora se centran en la regeneración del ecosistema para que los populares 'butandings', como son conocidos por los locales, puedan resurgir en las aguas del archipiélago.
Batis Kalisan, con el apoyo de la cementera mexicana Cemex, que adoptó al tiburón en 2007, ha puesto en marcha una Escuela Móvil de los Mares para concienciar a los pescadores de que necesitan conservar el mar, entre otros motivos porque es su medio de vida.
"Empezamos el programa hace tres años y los buenos resultados nos animan a seguir con acciones de este tipo", explica el director de la Fundación Cemex, Darwin Morato.
Los 'profesores' de esta escuela han comenzado a recorrer las islas cercanas a Bantayan en un barco que fue confiscado por el Gobierno a madereros ilegales y tratan de persuadir a los pescadores de que dejen libres a los peces más jóvenes y no empleen métodos destructivos como la dinamita.
"Algunos utilizan unas jaulas iluminadas para atraer peces por la noche, pero de ese modo pescan a los grandes y a los pequeños, debemos enseñarles que el mar es su modo de vida y que si lo destruyen les perjudicará", según Antonio Oposa, fundador de Batas Kalisan.
Este abogado de renombre internacional en asuntos de medio ambiente ha convertido la lucha por la regeneración del Mar de Visayas en una cruzada personal para recuperar estas aguas como centro mundial de la biodiversidad marina.
Desde 2002, ha conseguido eliminar casi por completo la pesca con explosivos en las comunidades cercanas a Bantayan, donde instaló la Escuela de los Mares y reconvirtió en guardacostas a los pescadores ilegales.
Entre 1945 y 2007, el uso generalizado de dinamita para pescar en la zona ha provocado la pérdida de entre el 30 y el 50 por ciento de los arrecifes, incluyendo valiosas especies de coral que están al borde de la extinción.
"Hay 500 tipos de corales en el mundo, y 488 están en Filipinas, la mitad de ellos sólo se encuentran en Bantayan, en las dos hectáreas frente a esta isla tenemos más especies de corales que en todo el Mar del Caribe, así que debemos salvarlos", afirma Oposa.
Uno de esos corales endémicos de Filipinas es el coral azul, que está en grave riesgo de desaparecer para siempre y que Batas Kalisan ha comenzado a replantar en los fondos marinos de los alrededores, protegiéndolo de los depredadores con una malla.
Oposa está convencido de que esta regeneración ecológica, con la recuperación del tiburón ballena como elemento más visible, permitirá el desarrollo económico de la zona por medio del turismo.
"Se da la paradoja de que las comunidades más pobres de Filipinas están en la costa, junto a las aguas más ricas del planeta, tenemos que cambiar esto", afirma.
-EFE-
Después del éxito de los programas de recuperación en la región oriental de Bicol, varios ejemplares de esta especie han sido avistados más al sur, concretamente en la isla de Bantayan en el Mar de Visayas, una de las zonas con mayor concentración de especies marinas del mundo.
"Algunos pescadores han visto recientemente tiburones ballena cerca de Bantayan, estamos documentando estos avistamientos", afirma Bonar Laureto, director de la organización ecologista local Batis Kalikasan.
El animal, acostumbrado a vivir sin enemigos debido a su tamaño, es tan dócil que con frecuencia termina convertido en la sopa que se obtiene de sus aletas y se sirve como manjar de lujo en los restaurantes de Hong Kong o Taiwán, aunque su pesca está prohibida en Filipinas.
Los programas de recuperación han reducido las capturas ilegales y ahora se centran en la regeneración del ecosistema para que los populares 'butandings', como son conocidos por los locales, puedan resurgir en las aguas del archipiélago.
Batis Kalisan, con el apoyo de la cementera mexicana Cemex, que adoptó al tiburón en 2007, ha puesto en marcha una Escuela Móvil de los Mares para concienciar a los pescadores de que necesitan conservar el mar, entre otros motivos porque es su medio de vida.
"Empezamos el programa hace tres años y los buenos resultados nos animan a seguir con acciones de este tipo", explica el director de la Fundación Cemex, Darwin Morato.
Los 'profesores' de esta escuela han comenzado a recorrer las islas cercanas a Bantayan en un barco que fue confiscado por el Gobierno a madereros ilegales y tratan de persuadir a los pescadores de que dejen libres a los peces más jóvenes y no empleen métodos destructivos como la dinamita.
"Algunos utilizan unas jaulas iluminadas para atraer peces por la noche, pero de ese modo pescan a los grandes y a los pequeños, debemos enseñarles que el mar es su modo de vida y que si lo destruyen les perjudicará", según Antonio Oposa, fundador de Batas Kalisan.
Este abogado de renombre internacional en asuntos de medio ambiente ha convertido la lucha por la regeneración del Mar de Visayas en una cruzada personal para recuperar estas aguas como centro mundial de la biodiversidad marina.
Desde 2002, ha conseguido eliminar casi por completo la pesca con explosivos en las comunidades cercanas a Bantayan, donde instaló la Escuela de los Mares y reconvirtió en guardacostas a los pescadores ilegales.
Entre 1945 y 2007, el uso generalizado de dinamita para pescar en la zona ha provocado la pérdida de entre el 30 y el 50 por ciento de los arrecifes, incluyendo valiosas especies de coral que están al borde de la extinción.
"Hay 500 tipos de corales en el mundo, y 488 están en Filipinas, la mitad de ellos sólo se encuentran en Bantayan, en las dos hectáreas frente a esta isla tenemos más especies de corales que en todo el Mar del Caribe, así que debemos salvarlos", afirma Oposa.
Uno de esos corales endémicos de Filipinas es el coral azul, que está en grave riesgo de desaparecer para siempre y que Batas Kalisan ha comenzado a replantar en los fondos marinos de los alrededores, protegiéndolo de los depredadores con una malla.
Oposa está convencido de que esta regeneración ecológica, con la recuperación del tiburón ballena como elemento más visible, permitirá el desarrollo económico de la zona por medio del turismo.
"Se da la paradoja de que las comunidades más pobres de Filipinas están en la costa, junto a las aguas más ricas del planeta, tenemos que cambiar esto", afirma.
-EFE-
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