La revista científica ´Frontiers´ publica un artículo que demuestra que hay áreas del cerebro, dedicadas al placer, que se activan al ver que una persona que odiamos tiene un mal momento.
La enseñanza del buen cristiano es amar a un enemigo así sea en las peores circunstancias, pero en el fondo hay muchos que sienten un cierto placer cuando un adversario la pasa mal.
El cerebro humano es malvado y vengativo y además no entiende de moral. Un estudio demuestra que nuestra mente disfruta con la desgracia ajena. Pero solo con la de aquellos que nos caen mal.
Lo vemos en el nockout de un boxeador contra otro y muchos celebran, cuando nuestro equipo mete un gol o cuando alguien se cae de una bicicleta. Y no olvidemos el dicho que "no da risa si no duele".
La revista científica "Frontiers" publica un curioso artículo que demuestra que determinadas áreas del cerebro, aquellas dedicadas al placer, se activan cuando vemos a una persona que odiamos atravesar un mal momento.
La prueba se hizo del siguiente modo. Se eligieron 19 voluntarios con raíces judias y se les puso un video donde una serie de actores interpretaban a un grupo de neonazis y otro grupo a personas amigables y simpáticas. Al grupo de extremistas se les sometió a toda clase de torturas: se les pinchaba con alfileres en las palmas de las manos.
Y era en estos momentos cuando a los voluntarios de origen sefardí se les activaba el "cuerpo estriado", dedicado a las sensaciones de recompensa, y las áreas encargas de la observación del dolor físico (la corteza insular, la corteza cingulada anterior y la corteza somatosensorial).
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