El Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) despegó con éxito, tras dos previos intentos fallidos de colocar el satélite en órbita, en 2009 y 2011, debido a problemas de funcionamiento en el cohete.
La agencia espacial estadounidense (NASA) lanzó en la madrugada de este miércoles un satélite para medir el nivel del dióxido de carbono en la atmósfera, el gas con mayor incidencia en el calentamiento climático.
El Orbiting Carbon Observatory-2 (OCO-2) despegó a bordo del cohete Delta 2 a las 09H56 GMT desde la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea, en California (oeste de Estados Unidos).
El exitoso lanzamiento fue un alivio para la NASA, tras dos previos intentos fallidos de colocar el satélite en órbita, en 2009 y 2011, debido a problemas de funcionamiento en el cohete.
Un intento de lanzamiento el martes abortó en el último minuto debido a un problema con el flujo de agua del misil.
El OCO-2, muy similar al OCO-1 que se destruyó durante su lanzamiento en febrero de 2009, se unirá ahora al A-Train, una constelación de otros cinco satélites internacionales para la observación de la Tierra.
Se convertirá en el principal observatorio de esa flota que girará alrededor del globo cada 99 minutos para realizar observaciones casi simultáneas.
SU MISIÓN
Su misión durará al menos dos años con la realización de mediciones de las fuentes de emisión de CO2 y de los pozos de carbono en toda la Tierra para permitir a los científicos estudiar mejor los cambios con datos actuales.
"La misión del OCO-2 proporcionará las imágenes más detalladas a la fecha de las fuentes naturales del dióxido de carbono, así como sus sumideros - lugares de la superficie de la Tierra donde se elimina el dióxido de carbono de la atmósfera", dijo la NASA.
"El observatorio estudiará cómo estas fuentes y sumideros se distribuyen en el globo y cómo cambian con el paso del tiempo", agregó.
FUNCIONES
El OCO-2 tomará 24 mediciones de carbono en la atmósfera por segundo, cerca de un millón por día, aunque las nubes son un importante obstáculo.
Su campo de visión es aproximadamente de tres kilómetros cuadrados, por lo que aún las nubes más tenues pueden opacar las mediciones.
La NASA espera que unas 100.000 de las instantáneas de datos que tome el satélite serán útiles por estar libres de nubes.
Kevin Gurney, profesor asociado de la Universidad Estatal de Arizona, Tempe, dijo que el satélite contribuirá con otros esfuerzos financiados por la NASA para medir las emisiones de combustibles fósiles.
"Esta investigación y OCO-2 serán socios", dijo Gurney. "Los datos que yo produzca sobre los movimientos de abajo hacia arriba (del CO2) junto con la medición de los movimientos de arriba hacia abajo que realice OCO-2" permitirán "cerrar el balance del carbono".
CONCENTRACIÓN DEL CO2
En abril, las concentraciones mensuales de CO2 en la atmósfera superaron 400 partes por millón (ppm) en el hemisferio Norte, es decir su nivel más alto en los últimos 800.000 años, señala la Nasa.
La combustión de fuentes fósiles (hidrocarburos, gas natural y carbón) y muchas otras actividades humanas envían cerca de 40.000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año, lo que genera una acumulación sin precedentes de este gas de efecto invernadero.
Los climatólogos concluyeron que el aumento de las emisiones de CO2 producto de las actividades humanas, sobre todo por la combustión fósil y la deforestación, modificaron el equilibrio natural del carbono en la Tierra, lo que genera un aumento de las temperaturas y un cambio del clima en la Tierra.
Hoy, menos de la mitad del CO2 emitido por la actividad humana se queda en la atmósfera, según científicos.
Una parte del resto es absorbida por los océanos pero los pozos de carbono terrestres no han sido aún identificados en su totalidad y todavía no se entiende muy bien su funcionamiento, añaden.
ANDINA
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