Le deja el postre en la puerta del cuartucho que ocupa Coqui y es entonces que Pepe y Tito le dicen que se trata de una chifoseñal de que le ha echado el ojo.
Charo queda convencida por Teresa de que lo que hizo Coqui fue salvarla de un mal momento y que tendría que tratarlo de otra manera. Entonces Charito hace lo que acostumbra cuando quiere disculparse con alguien: regalarle su chifón.
Charo sube al cuartucho, deja el chifón en una silla y toca la puerta del cuartucho y baja inmediatamente. Coqui, que está echado en la cama haraganeando, se levanta y se encuentra con el chifón y piensa que lo deben haber comprado Pepe y Tito. Sin mayor dilación procede a empezar a comer y en eso está cuando llegan Pepe y Tito.
“¡Es una chifoseñal! ¡Eso quiere decir que le gustas a la Charito! ¡Ella solo entrega su chifón a la gente que le gusta!”, le dicen a Coqui a quien convencen de que debe agradecerle el gesto.
Bajan al primer piso y dejan solo a Coqui. Llega Charo y Coqui la aborda. “¡Qué rico tu chifón Charo, redondito y suavecito!”, le dice y Charo se ruboriza porque cree que el sujeto está hablando en doble sentido. “¡No sé de qué me hablas!”, dice y sale de la casa.
Poco a poco los González llegan a la casa y de van enterando que Charo le dio su chifón a Coqui y empieza toda una discusión acerca de lo que eso significa. Charo regresa a la casa y se encuentra a la familia en pleno hablando de su chifón. Charo se enfurece y se retira a su habitación. El último en llegar y enterarse de la situación es Joel quien sube a reclamarle a su madre.
Madre e hijo discuten y Charo cree haber aclarado las cosas con Joel. Pero no sabe que Reyna ha escuchado toda la conversación. “Miren pues a esta finjidaza. Así empieza, primero el chifón y luego espera el regalito”, dice.
Poco después Charo sale de su habitación y se encuentra con un plato en el que hay un pepino y un mensaje: “Tú me diste tu chifón, yo te doy mi pepino”, lee. Muy molesta sube a la azotea, busca Coqui y le da una cachetada. “¡¿Qué le pasa a esta mujer?! ¡Está loca!”, dice. Pepe y Tito leen el mensaje y se quedan mirando. “¡Pero esa no es mi letra!”, dice Coqui. Reyna muy sonriente los mira desde su ventana.
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