AFHS: Fernanda y Joel empiezan a vivir en un barrio complicado

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Viviana y Raúl se casan y ella le dice que tiene toda la vida por delante para vengarse de todo lo que él le ha hecho. Gladys y Otto se instalan en la casa de los González.

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Charo ve partir a Joel y Fernanda y empieza a sufrir. “Creo que mejor hubiera sido que se casaran primero. Estoy preocupada”, dice. Pepe y Tito le dicen que “esos dos regresarán mañana. No tienen ni plata”. “Pero es mejor que salgan adelante por sí solos antes que ser unos mediocres arrimados”, dice Teresa. Pepe y Tito se sienten aludidos y se marchan molestos.

Alejo sigue comentándole a Lucho que Reyna Pachas le corresponde. Peter, que está presente, está muy molesto. “Así que eres atrasador, partidor. Primero fue Socorro y ahora es Reyna Pachas”, le dice y lo quiere golpear pero Gilberto impide la pelea. “A mí poco me importa lo que haga Reyna con su vida”, dice Lucho y se va. Alejo lo alcanza. “Es mejor que vuelvas con Reyna y dejes en paz a mi Charo”, le dice.

Miguel Ignacio sigue jugando con Otto en el parque pero se da cuenta que debe volver a la oficina. Le quiere dar dinero a Gladys pero ella no acepta. “Sola he venido de Tarapoto y sola puedo ir a la casa de mi amiga. Tú preocúpate de tu hijo que de mi vida me preocupo yo”, le dice.

Raúl y Viviana se casan finalmente en serio, aunque con dos testigos que ni conocen. “Los testigos no son actores, ¿no?”, pregunta Viviana. Pero está feliz. “Por fin estamos casados como Dios manda”, le dice Raúl. “De lo que me di cuenta es que si te dejaba en medio de la calle no me iba a poder vengar de ti por todo lo que me has hecho. Ahora tenemos toda la vida por delante, esposo mío”, responde Viviana.

Lucho va en busca de Reyna y le dice que van a salir. Llega Charo llevando un chifón. Le pide disculpas a Reyna por la golpiza que le dio pensando que estaba coqueteando con su padre y porque ya sabe que eso no era cierto. Reyna recibe el chifón pero cuando Charo sale le grita: “¡Mira lo que hago con tu chifón, finjidaza!” Y arroja el chifón por la ventana. Aparece Teresa que le dice a Charo que acaba de recibir una llamada telefónica. “Adivina quién es”, le pregunta.

Joel y Fernanda llegan al hotel “El cielo” y los recibe el conserje Pedro. Les entrega un rollo de papel higiénico y una botella de macerado de coco y dos vasos. “La única condición es que me entreguen su tarjeta de crédito", le dcie pero ellos tienen ninguna. "Ya te dije que estamos subiendo de categoría. Más bien que tengan un excelente día, chau. Qué misios, miserables”, les dice y los despide.

Lucho lleva a Reyna a un elegante restaurante. Ella cree que se dará la reconciliación. Lucho la toma de un brazo y la lleva a una mesa. “Señorita Centurión, he traído a mi esposa para que le pida perdón por su comportamiento”, dice Lucho ante el asombro de Reyna y la fría mirada de Morgana Centurión. “Vamos, te está esperando”, le ordena Lucho, “No, no puedo”, dice Reyna. “Yo creía que íbamos a reconciliarnos”, añade. Lucho insiste en que pida las disculpas adecuadamente porque Morgana es muy importante para la constructora. Reyna no puede articular palabra pese a que está mirando fijamente a Morgana. “¡¡No puedo!! ¡¡No puedo!! ¡¡No puedo!!”, dice Reyna y sale corriendo del restaurante.

Gladys y su hijo Otto llegan a la casa de los González. Toca la puerta y no se da cuenta que Isabella la está observando desde la terraza de su casa. “¡Oh my! ¡La culebra selvática!”, grita y baja dando alaridos. Nicolás ha llegado a la casa Maldini con Rubí quien piensa que su madre debe ser una mujer centrada. “Después, después, antes tengo que arreglar algo”, dice Isabella y sale corriendo de la casa cuando se cruzan en la sala. “¡¿Qué haces aquí selvática?!”, le increpa Isabella a Gladys. La charapa le pide a Charo que se lleve a Otto a su casa. “¿Cuánto quieres para regresarte a tu jungla?”, le pregunta. “No quiero plata y a mí no me hablas así, yo hago lo que quiero y si me vuelves a llamar selvática te la vas a ver conmigo, Palo Seco”, responde Gladys. “Aquí estás sobrando, yo me voy a casar con mi gordito, así que regrésate a tu jungla”, le dice Isabella y se va. “Nachito se va a casar...”, dice Gladys cuando se queda sola.

Joel lleva a Fernanda a una casa que está totalmente llena de polvo. Ella no quiere quedarse pero Joel le dice que tiene hasta cama. Él se sienta y la cama se rompe. “Preferiría quedarme en el hotel “El cielo”, dice Fernanda. Joel insiste en que se trata de un departamento amoblado. Ella le dice que todo está en ruinas. “El barrio es peligroso”, insiste. A lo lejos se escucha una sirena de la policía. “¿Ves? ¡Tenemos seguridad!”, le dice Joel. De pronto se desata una balacera y ambos tienen que arrojarse al piso. “¡Mañana compras un periódico para empezar a buscar trabajo y otro lugar donde vivir!”, grita Fernanda. La balacera continúa.

Lucho le pide disculpas a Morgana por el comportamiento de Reyna. “No te preocupes, hay que dejarlo así”, responde Morgana. Luego llega un mozo que le pregunta a Lucho si la mujer que salió es su esposa. “Se acaba de desmayar”, le avisa. Salen corriendo y Lucho no sabe qué hacer. Morgana le dice que mejor la llevan a una clínica. “No puedo, no puedo”, balbucea Reyna semiinconsciente.

Félix ayuda a Gladys a meter sus maletas en la casa de los González. “Nachito se va a casar pero no quiero que Otto esté lejos de su padre. Te he traído cecina y otras cositas”, le dice Gladys. Los González reciben a Gladys y a Otto y todos se reúnen en la sala de la casa. “Gracias a todos por recibirnos a mí y a mi Otto”, dice Gladys. Charo le pregunta si habló con Isabella. “Sí y yo tranquila y le dije que no se meta conmigo ni con mi Otto”, le cuenta. Pepe y Tito observan a Gladys. “Sigue conservando su material”, dicen.

“Desde los 6 años me dedico a hacer voluntariado”, les dice Rubí a los Maldini para congraciarse con ellos. Llegan Miguel Ignacio, Bruno, Carlos y Susú y cada uno a su manera se presenta ante Rubí que nota que está ante una familia disfuncional.

Reyna despierta dentro del auto de Morgana mientras es llevada a la clínica. “¡¡Detengan el auto!! ¡¡¿A dónde me llevan?!! ¡¡Me quieren fondear!! ¡¡Me quieren desaparecer para seguir haciendo sus cochinadas!! ¡¡Quiero bajarme!!”, grita Reyna mientras abre la puerta del auto en marcha y se arroja a la pista. Morgana detiene el vehículo. “Yo me encargo de esto, sé cómo manejarlo”, le dice Lucho y se baja del auto. Levanta a Reyna del piso. “Perdóname, no sabía dónde estaba”, dice Reyna. “Perdón tenías que haberle pedido a la señorita Centurión”, le dice Lucho. “Tengo lo nervios de punta, no sé lo que estaba haciendo”, responde Reyna. “Yo tampoco y tengo un montón de cosas que hacer”, exclama Lucho y se va dejando a Reyna en medio de la pista.

Joel sale de la casa en la que ahora vive con Fernanda y ve con alivio que su mototaxi está tal cual la dejó la noche anterior. “¿Ves? Todo está bien, está completa”, le dice a Fernanda. Pero de pronto son rodeados por un grupo de hombres con cara de pocos amigos.

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