Nicolás pasó 82 días en centros de detención de ICE por una infracción menor, entre traslados constantes y condiciones inhumanas.
Lo que parecía una simple infracción de tránsito se convirtió en un drama de casi tres meses para Nicolás, un migrante argentino sin papeles que vivía en Florida. Su detención por manejar sin licencia lo llevó a enfrentar condiciones degradantes en centros del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), ser esposado y finalmente deportado a su país, pese a no tener antecedentes penales.
El caso, revelado por El Observador USA, refleja las consecuencias del endurecimiento del sistema migratorio de Estados Unidos, que no distingue entre trabajadores indocumentados y criminales peligrosos.
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Una multa que desató una pesadilla de 82 días
Todo comenzó el 22 de marzo, cuando Nicolás fue detenido al salir de un supermercado en Orlando. Aunque ya había recibido multas anteriores por manejar sin licencia, esta vez la policía activó una retención inmigratoria y lo entregó a las autoridades de ICE.
Esa misma noche lo trasladaron a una cárcel local. Al día siguiente, un juez estableció una fianza de U$D 500, pero su novia no pudo pagarla porque ya existía una orden federal de retención. A partir de ese momento, comenzó un ciclo de traslados, celdas frías y aislamiento.
Condiciones inhumanas y sin acceso a defensa legal
Durante los 82 días que permaneció bajo custodia federal, Nicolás fue trasladado esposado entre centros de detención de Florida, Texas y Luisiana. Durmió en el piso, sin frazadas, con otras 40 personas en celdas heladas y sin acceso regular a duchas.
“Nos trataban como criminales”, relató. “No sabías si al día siguiente te llevaban a otro estado o te deportaban”. Pese a que su única falta había sido conducir sin licencia, ICE lo mantuvo bajo máxima seguridad, sin acceso a un abogado que pudiera defenderlo.
Deportación forzada y el regreso con las manos vacías
Durante su audiencia inmigratoria, Nicolás solicitó la salida voluntaria para evitar una deportación formal. Sin embargo, la jueza lo consideró “un peligro para la sociedad” y rechazó su pedido. Sin dinero para contratar defensa legal, optó por aceptar la deportación.
El 10 de junio fue llevado esposado al aeropuerto y, tras pasar dos días más detenido, fue subido a un vuelo con escalas en Costa Rica y Perú. Llegó a Buenos Aires sin maletas, sin dinero y con un fuerte impacto emocional.
“Volví sin nada. Me cuesta salir a la calle, no tengo ganas de ver a nadie”, contó. Había dejado un trabajo estatal en Argentina para buscar un futuro mejor en EE.UU.
El sistema migratorio que penaliza a los más vulnerables
La historia de Nicolás no es un caso aislado. Según cifras del centro de investigación TRAC, el 70% de los inmigrantes detenidos por ICE en Estados Unidos no tienen cargos criminales. Activistas denuncian que estas prácticas criminalizan la pobreza y la necesidad.
“Yo no estoy en contra de las deportaciones, pero deberían enfocarse en quienes realmente son peligrosos. No en quienes solo buscan trabajar”, concluyó Nicolás. Su testimonio deja en evidencia las fallas de un sistema que sigue fallando a los más vulnerables.